Jinetes

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Los demás caballeros, siguiendo los pasos de Mei, entraron en terreno de su enemiga, las tierras eran por más parecidas a las de Poseidón; sin embargo, la acrópolis y templos se veían intactos a comparación del de Poseidón.

—¿Quién osa a perturbar el Santuario de nuestra amiga?—Dijo una voz masculina, con tono extraño debido al sonido pasando a través del metal, era un tipo de armadura que ellos jamás habían contemplado.

—Shiryu: ¿Eres un General marino?

—No, no soy un general de marina—Dio un salto y aterrizó en una columna, por su velocidad pareció que se teletransportó—Mi puesto es absolutamente irrelevante.

—Porque ustedes ya saben lo que les espera—Otra curiosa personalidad, una figura que podían intuir que era femenina se hizo presente, el casco daba paso a qué una cabellera rubia se viera—La muerte.

—Syun: ¿Quiénes son?

—Ryuga: ¿Cómo se llaman?

—¿Acaso necesitan saber quiénes somos?—Juntó con esa frase, aparecieron otros cinco guerreros, de armaduras moradas y negras.

—¡Mejor les mostramos el rostro de los que van a hacer de este lugar su tumba!—Animo uno de ellos, su casco daba lugar a una cabellera blanca.

Las armaduras se desarmaban sola, se desmontaban tan fluidamente como un rompecabezas hecho a medida, sin embargo, parecía de la más alta tecnología, jamás habían visto un ropaje como ese. 

—Rin: Esto no puede ser posible—Susurró el caballero dando un paso atrás, ¡Solo no era posible! Vaya truco había hecho Anfitrite para distraerles.

—Shiryu: ¿De qué habl—... —Cuando el último de los cascos se retiró vio un montón de caras familiares, pero entre todas ella había un hombre que no conocía, el dueño de la voz que habían escuchado.

—Syun: ¿J-june?—Preguntó anonadado—¿Maestro Albiore?

—Ryuga: ¡Esto es un truco!—Lanzó su polvo de diamantes contra uno de sus contrincantes, pero al esfumarse el efecto del Ken estos habían desaparecido; aunque aparecieron detrás de los santos.

—Albiore: Muy lento—Aprisionó la mano del cisne con su cadena, apretando el instrumento con fuerzas—¡Demasiado teniendo en cuenta su entrenamiento!—Jaló abruptamente del metal, acercando a cisne por inercia, dejándolo desprotegido ante su puñetazo.

—June: Jajaja—Dio una risa jocosa al ver cómo Ryuga no podía con su compañero—Geist, ¿Cuál quieres atacar tú? ¡Yo me quedo con Ellen!—Lanzó su látigo contra Ellen de Fénix.

—Geist: ¡Yo tomaré al dragón!—Se lanzó a atacar al dragón, implementando puños y patadas en vez de cosmos.

—Cristal: Yulij, te dejaré a Syun, yo puedo esperar a que lleguen más santos de Atena.

—Yulij: Alguien se levantó vago hoy, ¿Verdad?—Rodó los ojos y el casco volvió a su forma original—¿Por qué no puedo atacar a Rin o a Seiya?

—Cristal: Sabes que ellos son del jefe—Dijo señalando al más curioso, no había mostrado su cara, se mantenía calmó e imponente—Tienes que respetar tu turno.

—Rin: ¿Qué quieres tú de mí?—Dijo con altanería—En primer lugar quién eres tú.

—Si insistes—El caso se retiró, era… ¿A quién engañamos?, era un hombre con expresión temible, lo que más sorprendió a Rin es que el hombre era tan similar a un viejo conocido de la época del mito, solo que su piel era un poco más morena—Scusa per la mia arroganza, avrei dovuto presentarmi correttamente signor Rin (“Lamento mi arrogancia, debí presentarme adecuadamente, señor Rin")—Inclinó el torso a modo de reverencia, cruzó un poco su pierna y alzó un brazo de forma exagerada para complementar la falta de respeto—Mi chiamo Tenma e sono venuto per porre fine alla tua vita, (“Mi nombre es Tenma y he venido a acabar con tu vida”).

Al escuchar ese nombre los que peleaban se helaron, los tenían en jaque y la sorpresa les dejo en visible desventaja.

En los papiros y pergaminos en la biblioteca del Kyoko se hablaba y mostraba al Santo del siglo diecinueve, en ilustraciones antiguas salía con Atena y Hades, los escritos decían que era de Italia, que era un joven que Dohko había amaestrado, describían con un retrato hecho por un pintor, un tal Alone, su apariencia física; y todo encajaba con este hombre que decía, en un italiano antiguo, llamarse Tenma…

No podría ser verdad ¿O sí? ¿Estaría trabajando en cubierto? ¿Por qué un ex santo de pegaso se aliaría con un ejército que no fuera el de Atena?

—Tenma: Sorprendido, ¿verdad? La mayoría se aterra al escuchar mi nombre—Inclinó la cabeza con una sonrisa de lo más aterradora—Ma riuscire a vedere come tu e Rin tremate di paura è… Una sensazione squisita  (“Pero poder ver cómo Rin y tú tiemblan de miedo es… Una sensación de lo más exquisita”)—Alzó su puño a la altura de su rostro, mostrando una cosmos-energía violácea.

El detalle del cosmos violeta hizo a Seiya darse cuenta de que todos los soldados tenían marcas, no sabía si decirle manchas, porque mucho menos sabía que eran. Tal vez fueran su punto débil, o les daba poder.

Él decidió fijarse muy bien en esas marcas tan distintivas que tenían sus enemigos, esto podría tal vez decirle cómo vencer.

La Reina de todos los MaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora