Desahogó

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—Kannon: Tú no eres quién para decirme a que dios debo ser leal o no, tú ni siquiera eres un caballero, mucho menos eres humano—Apretó los dientes, reprimiendo su rabia.

—Rin: Estoy usando el cuerpo de uno, aunque si las cosas hubieran salido diferentes, tal vez estaría en un cuerpo más poderoso que este—Se tronó los dedos y se estiró como si no tuviera a un general marino con sed de sangre y justicia en frente—Sin embargo, este tiene sus privilegios—Admitió con una sonrisa, miraba hacia un costado recordando los muy agradables pros de usar a ese hombre como receptáculo.

—Kannon: ¿Cómo tener acceso al templo de Piscis?—Encaró a Rin por tan horrible acto que había cometido en ese templo.

—Rin: Entre muchos otros—Admitió con una risa pícara—Fue difícil fingir ser él al principio, el único que se dio cuenta fue Aioria, pero no tenía pruebas más allá de su intuición, así que no sirvió de nada su acusación.

—Kannon: ¡Me importa un bledo que seas un semidiós!—Extendió las manos hasta el cielo—¡Voy a golpearte hasta hacer que le implores piedad a Atena y a Anfitrite por todos tus pecados! ¡Explosión de Galaxias!

Rin tenía que admitir que ni con todo el cosmos que tenía a su disposición podía soportar ese ataque, menos con la determinación del dragón marino.

Es que el problema del hermano mayor del dios de la fiesta era ese, que el recipiente no le permitía explotar ni la mitad del potencial de su cosmos, porque la energía del otro santo luchaba de forma inconsciente para debilitarlo y echarlo del cuerpo.

—Kannon: ¡Traga mi Ken a la velocidad de la luz!—Repitió otra vez el ataque, ni siquiera espero a que el de cabello ébano cayera por recibir de lleno tal ken—¡Te arrancaré la cabeza!—De un puñetazo en el mentón lo mando por los aires.

Kannon lo observó levantarse con una mirada que solo podría expresar asco, lo tomo del cuello de la armadura con una mano, la otra se enfocó en darle docenas de puñetazos.

Una parte de él sentía lástima, pero era opacada en su totalidad por la rabia que había en él en ese momento.

Se sentía tan incompetente, ¿Cómo pudo dejar que le hicieran tanto a la diosa del mar? ¿Y como pudo dejar que engañarán a Saori de forma tan descarada? ¡No tenía perdón ese canalla!

—Kannon: ¿Ya no eres tan hombre como antes?—Rin, tambaleándose por haber recibido tantos golpes en el rostro, tiró una patada, dragón del mar agarró su pantorrilla y lo lanzó al suelo—Solo abusas de los inocentes y de los débiles, miserable—Rin trato de levantarse, pero Kannon se sentó sobre su pecho. 

Con una rabia incontenible empezó a desatar golpes y puñetazos, cuando Rin se cubría una parte de su cuerpo, el dragón del mar azotaba sus puños contra otra.

—Kannon: ¡Lástima no poder matarte!—Su plan era aplastar a golpes la cara de Rin, pero le detuvo el puño—¡¿Crees que te vas a librar de mí solo por detener mi puño?! ¡Estás muy equivocado!

—Rin: ¡Tengo fe en mí mismo!—El puño de Kannon empujaba con cada vez más fuerza—¡Eres solo un lamebotas de una diosa malvada! ¡Una malnacida de la que me debo encargar!

—Kannon: ¡Te voy a cerrar la boca! ¡Malnacido!—Tomó impulso y con un solo movimiento lo noqueó.

Se puso en pie asqueado, se sentía nauseabundo, se recargó en escombros tratando de no vomitar.

¿Cómo pudo haber sido tan inútil como para no verlo antes? Era un idiota, ¡Un completo idiota que no se dio cuenta! ¡No protegió a Anfitrite! Y si no se deshacían de él, Atena de seguro caería en sus garras.

Si le causo un dolor tan agudo y horrible a ella, que aun sin tener totalmente despierta a la diosa, tenía la misuon de matarlo, ¿Qué le podría hacer a la diosa Atena?

—Kannon: Maldita sea—Se puso la mano en la cara, los santos de bronce estaban arribando al lugar, por lo que volvió a ponerse su casco—Syun Shiryu.

—Syun: ¿Dragón Marino?—Shiryu trato de ayudar a Rin—¿Qué haces?

—Shiryu: Ayudando a nuestro amigo, ¿Qué crees que hago?—Con la tela de su camisa hizo unas vendas improvisadas, hizo un torniquete en el brazo derecho.

—Kannon: —Vio las intenciones de Shiryu de despertar a Rin—No puedo dejar que hagas eso, dragón—Shiryu no había tomado en cuenta esa frase hasta que el general lo pateó en la cara.

—Syun: ¡Kannon!—Extendió su cadena nebular, amarrándolas a las muñecas del mencionado—¿Qué piensas que estás haciendo?! ¡Rin es nuestro amigo! ¡Mira como lo has dejado!—Regañó.

—Kannon: Si ustedes dos lo apoyan—Forcejeo con Andrómeda—¡También merecen la muerte!—Arrastró por unos cuantos metros a Syun.

—Shiryu: ¿Por qué nos has traicionado?—Increpó al general marina, lastimosamente para el dragón no obtuvo una respuesta a su pregunta.

—Kannon: Si ustedes consienten tan viles actos, no merecen ser caballeros—Arrojó a Syun contra Shiryu—¡Mucho menos llamarse hombres!—Extendió hacia el cielo los brazos—¡Explosión de Galaxias!

Continuará...

La Reina de todos los MaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora