Dudas

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Saori se estaba poniendo nerviosa, ¿Cómo regresaría a su hermana a la normalidad? Tenía mucho miedo de que Julián Solo tuviera razón, ¿Sus acciones habían herido a su hermana?

Los grilletes habían causado heridas, similares a quemaduras, en las muñecas de Saori.

-Saori: No me puedo quedar aquí sin hacer nada-Pataleo, ¿Cómo podía estar ahí mientras que los demás estaban luchando?-Debo ayudarlos-Concentró su cosmos en sus manos.

Cuando creyó haber reunido el suficiente, jaló los brazos hacia su cuerpo.

-Saori: ¡Argh!-No había sido suficiente la fuerza para romper el metal, era tan duro como el de las armaduras de sus santos de oro-N-no me puedo rendir solo por unas cortadas.

Repitió el proceso, esta vez haciendo arder con más fuerza. Lastimosamente, no surtió efecto, lo único que logró fue profundizar las laceraciones.

Se empezó a desesperar, el llanto fue algo inevitable, se sentía tal inútil, sus caballeros podían desgarrar de un puñetazo los cielos y ella no era capaz de romper unas miseras cadenas.

Por su mente pasaron las guerras santas contra Eris, Abel y los demás, se sintió culpable de no haber sido más proactiva en esas situaciones.

Y ahora que haría, ¿Iba a luchar contra ella? Un golpe mal dado y su hermana estaría en camino al yomotsu.

Y estaba en desventaja, y es que Mitsumasa Kido le brindo a la mayor de sus hijas clases extracurriculares que le brindaran habilidades para igualar a los santos masculinos de su mismo rango, por lo que tenía más fuerza, agilidad y maniobras para vencerla. Saori había recibido unas cuantas lecciones de defensa personal de ella, pero jamás la logra igualar.

Dejo de lado sus lloriqueos, y más determinada que nunca a luchar, encendió su cosmos, lo que más le permitió su cuerpo.

Saori Jaló nuevamente las manos, se rompieron las pulseras que la aprisionaba, pero también la piel de sus manos. Se veían grotescas, mas cubriría esas cicatrices más tarde con pulseras o mangas largas.

-Saori: Sello, necesito un sello-Murmuró en cuanto se paró, con el lomo de su mano limpio de forma torpe la sangre de su rostro.

Juntó las manos, y aun temblando por el dolor, reunió energía, en sus manos solo apareció un pedazo de papiro con escrituras en griego antiguo.

-Saori: ¿Acaso hice algo diferente?-Se preguntó, claramente no había ollas para sellar deidades en el templo submarino.

Si había encendido su cosmo para transportar desde su propio panteón alguno de sus objetos mitológicos, ¿Por qué solo había llegado el sello a sus manos?

Eso no importaba, vería la forma de sellar a Anfitrite solo con el sello. A pesar de que se veía imposible para la joven de 14 años.

Ahora lo primordial era romper la puerta y salir del calabozo, aunque con su cosmos reducido al diez por ciento gracias a las paredes hechas de oricalcum, pues se veía como un gran desafío.

Mientras tanto en otro sector del templo, no encontraba que hacer la diosa del mar, su mente estaba vuelta un caos, era la lucha constante entre la inmortal y la humana para ver quién se quedaría con el cuerpo.

Logrando aprisionar por más tiempo al parásito, la veinteañera agarró unos listones para decorar el tridente de color ébano.

-"Aun puedo sentir~
Cómo si estuviera aquí~
Por el mundo olvidará~
Nuestro amor que era inmortal~"-Sentía un dolor descomunal, el tratar de obligar a la diosa a estar dormida le provocaba una inmensa agonía. Sin embargo era capaz de reprimir el dolor, y distraerse un poco cantando una canción-"Cuando tuvo que marchar~
Se llevó mi corazón~
No lo puedo olvidar~
Su recuerdo es mi dolor~"

Lagrimeó un poco al recordar como sus padres la calmaban con canciones, esa era de sus favoritas personales.

-Atena, ¿Por qué me has abandonado?-Cuestionó en un murmullo-A pesar de ser mi hermana, creo que jamás has estado conmigo-Admitió desconsolada.

Se detuvo a pensar en su familia, en cómo era todo antes de los sucesos del año pasado. Su vida se había ido en picada tras la batalla contra el dios Poseidon; se había quedado ciega, su mejor amigo la había traicionado, asesinado a su pareja, y a sus amigos los habían matado por órdenes de Olivia.

Ya algunas de esas heridas habían dejado de doler, cuando viajo al infierno con Kojiro del Equeelus su vista había regresado, y entendía que a su novio de ese entonces no le gustaría verla deprimida de esa manera, sin embargo la traición a manos de la persona en la que más confiaba le seguía doliendo.

Habían sido amigos desde niños, se conocían desde hacía mucho ¿Cómo pudo hacerle eso?

La había encriminado, se había aprovechado de su cercanía con la representante de Atena en la tierra para acusarla de traición.

Fue llevada a la espada de Cryssos y despojada de su poder, y su honor como santo de Atena. Fue relegada a una simple y débil humana, rodeada de gente que no le deseaba ningún bien. Y de su hermano Mei, que había sufrido el mismo destino, aunque con ligeras diferencias.

-"No acepto que ya no esté~
Por el mundo lo he de encontrar~
Mis sueños me llevarán~
A mi amor inmortal~"-Se quitó la rosa del cabello para adornar el arma, era sin lugar a dudas su flor favorita, y cómo no serlo si ella tenía una sangre tan venenosa como la misma-"Su niñez fácil no fue~
Pues muy solo él creció~
Y a la luna le pidió~
Que calmara su dolor~".

El maligno ser en su interior no planeaba a rendirse, con su poder le provocó a la santa un horrible dolor de cabeza, solo le daban ganas de clavarse el tridente en la frente y acabar con su sufrimiento.

«¿Acaso no querías ser fuerte para defenderte? ¡Si me dejaras ayudarte ya nadie te haría daño!» Se tapó los oídos sin querer escucharla, no iba a caer en palabras bonitas tan fácilmente, esa táctica populista ya la había visto en mil y un presidentes y políticos desesperados.

Le llegó, junto con un desagradable ataque de pánico, el recuerdo de como había llegado ahí. No había caído en cuenta de que no tenía memoria de como había terminado en el templo, o cuando siquiera había aceptado a la diosa.

Cayó desmayada del dolor sobre el suelo, ya se estaba volviendo insostenible el retener a la malnacida.

Continuará...

La Reina de todos los MaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora