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HyunWoo cerró los ojos con fuerza cuando oyó el disparo; pensó en su madre, la manera en que lo protegía de los truenos a los que él tanto temía, cuando era apenas un niño, y también en KiHyun, pero no en su sonrisa o los lunares esparcidos en los lugares correctos de su rostro, sino en un recuerdo único. Uno que sólo él poseía. Recordó la vez que le enseñó su casa en el campo, aquella vieja estancia que perteneció a sus abuelos, dónde jugaron con el columpio y él le contó parte de su historia, sin embargo en la escena el omega era el protagonista cuando volteó a verlo después de preguntarle si le gustaría vivir allí, lejos de todo. KiHyun respondió que sí, amaría ver el amanecer y el anochecer sin tantos edificios aunque él siempre creyó que en realidad se refería a ello como libertad. Quizás fue el perfil del omega bañado de los finos rayos del sol escondiéndose o la forma en que la brisa movía las hebras de su cabello, pero el alfa sintió la necesidad de hacerlo realidad en algún momento y ahora se oscurecía a causa de una nube espesa dónde sus peores miedos tomaban rienda suelta a su imaginación y el omega aparecía cubierto de sangre, con la mirada perdida en algún punto que desconocía mientras la sonrisa de la que tanto gustaba se desvanecía.
La milésima de segundo que duraron aquellas imágenes, HyunWoo las sintió como una eternidad todo mientras esperaba el sonido corto y el impacto que terminarían con su vida.
Cuando MinJoon jaló el gatillo, el estruendo hizo que se le forme piel de gallina a todos los presentes, HyunWoo incluido, pero el dolor jamás llegó.
HyunWoo creyó morir. El arma apuntaba a él y sabía que los guardaespaldas enviados por su padre no se atreverían a disparar sin una orden, inútiles en su único deber. Pero la curiosidad y el exceso de voces en su cabeza repitiendo la misma pregunta sin descanso, lo obligó a abrir los ojos.
Fue una completa confusión ver a MinJoon viendo en una dirección diferente a la suya. El hombre tenía el rostro volteado y sus guardaespaldas igual; HyunWoo no comprendía qué veían con tanto asombro, por curiosidad dirigió un vistazo rápido a su cuerpo y no halló más que sus vestiduras intactas, sin embargo cuando bajó hasta sus pies encontró un hilo de sangre que fluía en su dirección y que conducía directamente a KiHyun.
—No…— se oyó de un susurro apenas audible.
Mientras el omega respiraba erráticamente, el agarre alrededor de los hombros de KiHyun se debilitó y el guardaespaldas cayó como un saco de papas, retumbando en la habitación, con una herida importante en su estómago que cortó la respiración de los presentes.
KiHyun, el omega, volteó a ver al hombre con lentitud.
Sus ojos estaban desorbitados, temblaba como nunca y lucía pálido como pocas veces HyunWoo lo había visto. Muerto de miedo, él dejó caer un arma desde su mano derecha. La respiración de KiHyun se detuvo al ver lo que había hecho, lo había asesinado.
—No… —repitió.
La sangre que comenzaba a ensuciar el piso se esparció hasta manchar también sus zapatos. KiHyun miró a HyunWoo con miedo, aterrado de sí mismo, pero el alfa decidió utilizar aquella segunda oportunidad de vivir para salvarlo:
