18. La charla

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―He estado esperando toda la semana para esto, Yuuri Katsuki, así que más te vale haberlo besado. Dime, ¿Se besaron o no?

Una de las cosas más lindas que le había dejado a Yuuri el tiempo en el internado en Suiza era la amistad de Phichit Chulanont, heredero de una gran fortuna. Phichit era hijo de Arthit Chulanont, el magnate del rubro de comunicaciones más grande de Asia.
Yuuri admiraba mucho la capacidad de Phichit para relacionarse con todo el mundo pero, sobre todo, la capacidad que tenía para quererlo y aceptarlo, incluso siendo tan diferentes uno del otro. Phichit siempre sabía cómo hablarle, convencerle y apoyarle. Es justamente por esa capacidad que Yuuri se hallaba encerrado en su cuarto en plena videoconferencia con él.

―Sí, nos besamos―el grito emocionado de su amigo hizo a Yuuri sonreír con algo de vergüenza―. Bueno, en teoría, yo lo besé. Al menos la primera vez.

―¿Me estás hablando en serio?―Yuuri asintió―. ¡Sabía que tomarías al toro por las astas! No eres príncipe, por nada, ¿Sabes? Y entonces ahora, ¿Cómo van las cosas?

―Bien. De hecho, muy bien. ―La sonrisa en el rostro de Yuuri era imposible de ocultar. Había un brillo en sus ojos que Phichit pudo reconocer de inmediato.

―Vaya, vaya. Te veo muy enamorado.

Y no podía mentir, en realidad lo estaba. Él y Víctor habían tenido una cita todas las noches desde que habían salido después del día de la cultura. Comían juntos y hablaban por horas después de que Nishigori retirara sus platos. Patinaban juntos o veían abrazados en la sala cualquier cosa en japonés y, cuando no estaban besándose en la oscuridad, Yuuri susurraba la traducción del programa que estuviera frente a ellos. A veces, si aún no estaban listos para terminar la noche, paseaban por el jardín, solo con la luna y los faroles alumbrándolos.

―Es tan fácil, ¿Sabes? ―Aquellas palabras confundieron a Phichit.

―¿Fácil? ¿Qué cosa?

―Estar con él ―explicó el príncipe―. Siempre me ha costado trabajo sentirme cómodo con gente a mi alrededor. Pero con él no se siente así. Puedo ser yo mismo y tener mi espacio, mis momentos de silencio y él lo entiende. Entiende mi trabajo, entiende cuando estoy ansioso y cuando no quiero hablar. El tiempo que paso con él no corta los espacios que necesito para estar solo. Estar con él es como estar conmigo mismo.

―¡Ay Yuuri, me saliste hasta poético!―. Yuuri se rió algo avergonzado― ¡Bueno, definitivamente después de escucharte necesito conocerlo! Y muy pronto.

―Creo que eso se puede arreglar, ya sabes que en menos de tres semanas es mi cumpleaños.

―¡Por supuesto que lo sé y por eso con más razón iré a tu fiesta este año! ―la promesa de Phichit le trajo a Yuuri felicidad

―¿En serio?

―¡Claro! No me puedo perder conocer a este príncipe de Disney.

―¡Vas a ver qué no te vas a arrepentir, Phichit!

―¡Por supuesto que no!

―¡Por supuesto que no!

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Kiku  No  YuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora