9. La recepción (Parte I)

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―Espera. ¿En serio les dijiste que te ibas?

Chris no podía creer lo que su amigo le contaba de forma tan casual mientras se colocaba una corbata de seda. Toda la historia parecía sacada de un Dorama.

―Sí, se los dije después de entregarles las fotos. Debiste haberle visto el rostro al príncipe. Jamás lo había visto así de sorprendido. Excepto, claro, esa vez cuando nos conocimos.

Víctor aún tenía muy fresco en su recuerdo el rostro cincelado con preocupación de su alteza imperial. Sus ojos brillantes llenos de duda y sus mejillas sonrosadas habían quedado marcados en sus pensamientos incluso horas después del encuentro.

―¿Y en verdad quieres regresar a tu vida de siempre? ¿Quieres seguir haciendo retratos y cubriendo bodas?

Víctor sabía la respuesta antes de que Chris terminara la pregunta.

―No, no quiero regresar a hacer más de lo mismo. No quiero seguir escondiéndome por algo que no hice. Quiero regresar mostrando a todos por qué soy el mejor.

―¿Entonces?

―Como dije en la reunión: no quiero irme porque yo sé que puedo hacer este trabajo, sé que puedo escribir ese libro, pero...

―Pero...

―Pero no si el precio es tener que rogarle al príncipe para que me permita hacerlo.

―Creo que está hablando más tu orgullo que otra cosa. No olvides que te está pagando por un servicio, creo que eso amerita que soportes un poco sus caprichos.

―No, en eso te equivocas, Chris. Soy un excelente profesional...

―Sin trabajo ni sueldo fijo...―interrumpió el amigo.

―Eso no importa. Con o sin trabajo fijo sé lo que valgo. No he pasado diez años de mi vida en medio de guerras y levantamientos civiles para terminar sometiéndome a un chico de ojos rasgados que tiene miedo de hablar conmigo, sin importar qué tan guapo sea.

―Mmm, así que "guapo", ¿No? Ya veo que las cosas están...evolucionando poco a poco.

Víctor enrojeció de pronto. Había hecho el comentario sin pensarlo, tan solo había recordado la imagen del príncipe mirándolo con esos ojos de color acaramelado.

―Ya empezaste con tus tonterías ―exclamó tratando de restarle importancia―. Por si no lo recuerdas, fuiste el primero en afirmar que era apuesto.

―Pues sí, pero eres el primero que le dice "guapo". Sabes muy bien que entre apuesto y guapo hay una gran diferencia.

―¿De qué diablos estás hablando?

―No, no, no trates de hacerte el ingenuo, Victor. Tú y yo llevamos redacción juntos en la universidad y sabes muy bien a lo que me refiero. Entre apuesto y guapo hay un mundo de atracción de diferencia.

―No tengo tiempo para esto.

―A un príncipe elegante y formal que no conozco puedo decirle apuesto: se ve que tiene porte y es muy educado, pero no está a mi alcance. Es, ya sabes...apuesto.

―Ajá.

―Pero a un chico que me atrae, que es sensual, lindo y además que conozco y con el que paso tiempo, le puedo decir guapo.

―Estás loco.

―No. Tú lo estás. Loco por él.

―¿Sabes qué? Te dejo, voy a llegar tarde a la recepción.

Víctor no esperó a que su amigo se despidiera para colgar. Se dio una última mirada al espejo y movió su cabeza de un lado a otro para quitarse de la mente las palabras compartidas con Chris.

Kiku  No  YuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora