23. Suenan las campanas III

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―¡Au, Victor, no me lastimes!

―¡Te callas! ¡Todo esto es por tu culpa!

―¿No sería mejor ir con Minami-San en el auto?―Victor lo miró furioso―Ok, no, ya entendí.

Y es que no había forma de hacerlo. La escapada de Yuuri no podía ser descubierta por nadie y, con lo blandengue que era Minami, seguro que con una simple pregunta terminaría confesándole todo a Minako. No. Minami no era una opción segura.

Por eso se hallaban en la parte sur del palacio imperial, lejos de los aposentos del emperador y su familia, tratando de treparse por una pared que daba para la salida.

―¡Listo!―Victor se alegró al llegar a la cima del muro con la ayuda del cuerpo grande de Chris, que había resultado ser una buena escalera―. ¡Ven, dame tu mano!

Christophe emitió un gruñido molesto y obedeció a su amigo, quien le extendió la mano de inmediato.

―¡Vamos, Chris, trepa!

―¡Estoy trepando!―pero con su pesado cuerpo era más fácil decirlo que hacerlo.

Víctor trató de evitar gritar cuando jaló el cuerpo de Chris para hacer todo más llevadero y al final fue demasiado y terminaron cayendo al otro lado. Sobre el pobre y lastimado cuerpo de Víctor.

―¡Blyat, Chris!―lo empujó para que Chris se tirara a un lado y Chris lo hizo de mala gana.

―¡Merde!―Chris se sobó el hombro, pero no dijo más cuando vio a su amigo reducido a lo que podrían ser casi escombros.

Víctor había caído sobre la grama de los jardines exteriores y se demoró un buen tiempo hasta que pudo levantarse.

―¿Estás bien?

―Lo estaré, al menos. Y ahora, ¿qué hacemos?

―¡Pues nos vamos a buscar a tu príncipe!

―¿Pero cómo?

―Eso sí no lo sé. ¿Acaso no te has movido de aquí?

―Pues sí, pero como invitado del palacio siempre pude ir en coche. Solo he ido un par de veces en transporte público.

―Qué vergüenza, Víctor, casi un año aquí y te has aburguesado completamente.

―¡Mira, puede ser que haya pasado mucho tiempo aquí, pero nunca tuve la necesidad de irme corriendo al rescate del príncipe heredero de Japón porque nunca antes tuve a un amigo estúpido que pudiera causar que huyera del palacio!

―¡Está bien, está bien, ya entendí!

―¿Dónde queda ese lugar?

―Creo que podemos llegar a pie. Solo debemos caminar a través del parque que se encuentra a dos cuadras de aquí y de ahí a la izquierda deberíamos estar cerca.

―¿Estás seguro?

Chris por supuesto que no estaba seguro; primero porque no se ubicaba en la ciudad y segundo porque siempre había sido pésimo orientarse, incluso con el Google Maps, pero Víctor no estaba de humor para escucharlo.

―Sí, estoy bastante seguro. Ven.

Y así se fueron, con Víctor cojeando un poco y Chris con el hombro caído.

Y así se fueron, con Víctor cojeando un poco y Chris con el hombro caído

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Kiku  No  YuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora