Capitulo 30

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Emiliano
1 de enero 2023

Voy atrasado cinco minutos al predio del partido, tengo que respetar a mis compañeros de equipo y llegar a horario. Que sea campeón del mundo no significa que pueda hacer lo que quiera. O sea si, pero no.

Me quedé dormido por hablar con Cali hasta tarde, aunque no me molesta para nada déjenme decirles. Tuvimos una charla de lo más... Caliente. Señor, lo que es esa mujer no se dan una idea. No me cabe en el cuerpo todo lo que la extraño, es difícil, me hice dependiente de su cariño y su presencia.

Apenas entre en el predio, veo una cara bastante conocida, a medida que me iba acercando una sonrisa se fue formando en su rostro.

— ¿Qué haces acá Mandinha? —se borro instantáneamente la cara de felicidad. Si llegan a ver los medios que mi ex esposa está acá van a inventar cualquier cosa, y encima estoy seguro que le va a llegar la información a Cali. Un problema con ella es lo que menos quiero.

— Se dice hola primero Dibu. —la primer diferencia entre ella y mi Cali, es que casi nunca me dice mi nombre, si no mi apodo. Y creanme que nunca disfrute tanto que me digan Emiliano, o Damian, cómo cuando salen esas palabras de la boca de mi porteña.— Vine a felicitarte por el mundial, cumpliste tu sueño. —empezamos a caminar inconscientemente hasta el área de los vestuarios, parando en el pasillo.

— Gracias Man, no sabes lo feliz que estoy. —a pesar de ser ex, fuimos marido y mujer mucho tiempo, el cariño siempre va a estar. — Pero sé que no viniste solo por eso, hay algo más. —me cruce de brazos quedando mi botinero hacia atrás.

— Me cuesta decir esto. —miro hacia el suelo jugando con el borde de su ropa.— Tengo un atraso, creo que estoy embarazada. —abri mi boca con sorpresa, mis cejas diría que llegaron a tocar mi cuerpo cabelludo. La historia entre ella y yo es medio complicada, buscamos durante dos años un bebé y nunca se nos dió la oportunidad, lo que es el destino. Nuestro futuro no estaba en esa pareja aparentemente.— No sé que hacer. —empezo a llorar y ahora estoy confundido.

— Sabes que te voy a apoyar en lo que necesites Man, en serio. —apoye mi mano en su hombro.

La puerta de los masajistas se abrió dejando ver a una chica con el pelo tapando su cara, mi corazón empezó a latir fuertemente, lo siento en mis oídos, es como si diez ladrillos se hubieran instalado en mi estómago de los nervios que siento.

Ya estoy loco, veo a Cali en cualquier lado, me encantaría que ella esté acá, conmigo. Me quedé mirando la puerta por dónde salió la chica, que debe ser nueva porque no la vi nunca, va, no le ví la cara así que realmente no lo sé.

— Emiliano. —alargo la última vocal de mi nombre Mandi. Me quedé colgado en mis pensamientos que no me di cuenta que ella seguía hablando.— ¿En qué pensabas? Sabes que no es tuyo, es obvio. —nos reímos al mismo tiempo. Es obvio que no es mío, la última vez que hicimos algo fue como tres meses antes de divorciarnos definitivamente.

— Me lo llegabas a querer encajar te mandaba a cagar. —pique sus costillas con mi dedo índice haciéndola retorcerse, es muy cosquilluda. En ese momento la chica volvió a entrar y no pude evitar mirar su cuerpo. Conocí pocas personas bajitas, y me di cuenta que el mundo es malo, ver a esa chica me hace extrañar a la mugrienta esa, tengo ganas de tenerla acá y llenarla de besos.

— No sé que hacer. —se agarro la cara entre las manos. Vi venir a lo lejos al dt, a paso rápido mirando su reloj.

Dibu, por favor entra a rehabilitarte los gemelos. —en inglés, con rehabilitarse se refiere a los masajes.— Y sabes que no se permiten familiares acá abajo. —medio me reto. Terminando de decir eso se fue, todavía murmurando cosas por lo bajo, suspiré y volví mi mirada a mi ex esposa.

— Ya escuchaste Mandi, me tengo que ir. Cualquier cosa me llamas, ya sabes. —asintio y se giro yendo a las escaleras. Camine los pocos pasos que me separaban de la habitación de los fisioterapeutas y golpee.

— Adelante. —se escucho de adentro una voz amortiguada por la puerta. Entre encontrándome con la chica de hace un momento de espaldas a mi.— Por favor recostate boca abajo. —deje mi botinero. Esa voz.. la masajista tiene el pelo teñido con mechas rubias, mientras Cali tiene el pelo castaño. Acá usan uniforme, ambo, pero ni así se puede tapar lo que esta a la vista. Pero se que Cali me hubiera dicho que venía.

Me recosté y cerré mis ojos esperando, siento como toman mi muñeca levantandome el brazo y lo apoyan sobre una superficie dura. Abrí mis ojos sorprendido, eso lo hicieron una sola vez en mi vida.

Ay dios la extraño muchísimo. Estando con Mandinha me iba días o semanas y no me pasaba de extrañarla de esta manera. Igual debe ser porque lo nuestro recién estaba empezando como para ya alejarnos de esta manera. Estamos a Miles de kilómetros.

Sin esperarlo los ojos se me llenaron de lágrimas, soy un maricon de mierda. Tengo una fuerza de voluntad muy grande, pero con ella me cuesta no sentirme solo.

Las manos de la masajista hacían círculos en mis gemelos a la vez que escuchaba como sorbia si nariz. No era como si tuviera mocos, era como si estuviera llorando.

Sin pensarlo levanté mi cabeza de la camilla y me gire rápido, la chica tenía su cara escondida en sus manos y no podía dejar de llorar.

Mis cejas se juntaron ahora con preocupación, ¿Que le pasa?

Me baje de la camilla sin mucho esfuerzo y la tome por los hombros hasta que de su boca salió algo que no me esperaba.

— Vas a ser padre. —mi corazón se estrujó empezando a latir rápido, tome sus manos sacándolas de su cara, sus ojos inundados en lágrimas miraban la mía. Después empezó a tirar manotazos a mi pecho, cómo pude mantuve sus golpes lejos de mi.

¿Pero ahora como hago para explicarle al amor de mi vida que es todo un mal entendido? Que yo no voy a ser padre.



Fisioterapeuta por un día // Dibu Martinez (SSA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora