Capitulo 12 (+18)

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2 de diciembre, una noche antes del partido vs. Australia.

Estaba en mi habitación ya bañada para acostarme, tengo puesta una remera que era de mi papá, se la robe hace unos años y no se la devolví nunca más. Cómo será que me canse de usarla que está gastadisima, la tela está tan delgada que llega a marcarse cada relieve de mi cuerpo. Solo tengo puesta la parte inferior de la ropa interior, duermo sola por lo que no me preocupa quien pueda verme.

Son las once y treinta y dos de la noche, hace horas tendría que haber estado dormida, mañana va a ser un día larguísimo y tengo que estar sin una pizca de sueño.

Escuché como golpearon la puerta, mi frente se frunció con confusión y fui a abrir. Emi estaba parado en el marco con su shorts y remera grande deportiva, y sus infaltables ojotas. No pase por alto como me miró de arriba a abajo sin ningún disimulo.
Tape mis pechos cruzandome de brazos.

– Emi, ¿Paso algo? –me tomo de los brazos y los estiró hacía él.

– No quiero que sientas vergüenza de mi, no tenes porque taparte. –su voz mostraba ternura, solo ternura. Entro a la habitación cerrando la puerta.– Venía a preguntarte si querías ver una película, no puedo dormir así que es al pedo intentarlo. –solo escucharlo hablar me hace poner húmeda. Jamás en la vida me pasó algo así. Trague saliva y para no taparme con los brazos, lo disimule y me fui a acostar tapándome hasta el cuello.

– Vamos a verla acá entonces. –le hice espacio en mi cama y el sin dudarlo se sacó las ojotas y agarro el control buscando algo en la tele para ver.

Una vez que encontró algo que nos interese a los dos, nos acostamos bien. Apoye mi mano y cabeza en su pecho, con mi pierna por arriba de su cadera, mientras el me acariciaba la espalda con una mano y la otra la tenía atrás de su cabeza.

Siento como mis pechos rosan con su costado y no puedo evitar agitarme. Siento el calor que sale de todo mi cuerpo, más en mi zona más íntima. No paso por alto que estoy prácticamente desnuda a su lado, sin planearlo empecé a ser consiente de todo lo que mi cuerpo sentía. Me siento sensible, siento que con cada roce voy a terminar más húmeda que el minuto anterior.

– ¿Querés que prenda el aire? –pregunte levantando mi cabeza, su cuello me queda a centímetros de distancia de mi boca, me tienta a dejar besos ahí y en su mandíbula, quiero sentir su barba en mis labios, besar cada lunar, cada peca.

– Yo estoy bien, pero si tenés calor prendelo, no me opongo. –¿Que si tengo calor? Estoy hirviendo, me estoy quemando. Me separé rápido antes de lanzarme a su cuello como si fuera un vampiro. Que ganas de morderlo todo. Ese aroma a jabón mezclado con perfume hace que mis neuronas se descoloquen. Me levanté yendo a buscar el control.– Estamos con hambre me parece ehh. –lleve rápido mi mano a la remera sacándola de entre mis nalgas, los colores subieron a mi cabeza y solo empezó a reírse.

Se arrodilló en la cama abriendo sus brazos para que me acerque, fui refunfuñando y él me envolvió llenando de besos mi cara, cada centímetro. Yo de brazos cruzados, me moría por envolverlo y tocarlo todo. Aún así, arrodillado en la cama, quedaba más alto que yo. Ahora hasta pensar en su altura me hace agarrar calor.

– Salí, siempre me estás haciendo burla. –un puchero pinto mi cara y él se rió más fuerte. Lo empuje y me fui al baño. Me apoye en el lavamanos mirandome en el espejo, tengo las mejillas rojas, el pelo un poco desacomodado y puedo sentir como mi boca está salivando más de lo normal. Dios, ¿Como puede ser posible que una persona, un ser humano, provoque tantas cosas distintas en mi cuerpo? Jamás, pero jamás pude sentir lo que siento cuando estoy con él, ¿Cómo voy a hacer para aguantar este tiempo a su lado sin querer garcharmelo?

Fisioterapeuta por un día // Dibu Martinez (SSA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora