Capitulo 33

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Estoy de costado en la camilla revisando mi celular y de vez en cuando mirando a la ventana, el yeso me pica, me molesta. Bufo soplando un mechón rubio de mi pelo fuera de mi cara.

Un día antes de viajar hice todas las promesas que había hecho por el mundial, me hice rubia, y algo de lo que no me voy a arrepentir nunca. Por más que sea un boludo, es lo más lindo.

Escucho la puerta atrás mío a la vez que una ráfaga de viento entra por la misma, trayendo con él ese perfume exquisito que me hace temblar las piernas, es como la rosa de Guadalupe. Cerré mis ojos disfrutando ese pequeño placer sin culpas.

— Cali. —su mano se apoyo en mi hombro y me movió suavemente.— El doctor está por venir a darte el parte médico, sentate así te peino un poco. —na si quiere que yo me muera de amor. Me gire un poquito como pude y me mostró esa sonrisa que sabe me encanta.

Me ayudó a sentarme y me saco la bata del hospital, quedando en mi conjunto de ropa interior rojo. Sus ojos miraron sin disimulo mis tetas por lo que me tape con el brazo. Se mordió el labio a la vez que miraba mis ojos.

— ¿No te cansas de pajearte? —lo jodí pidiéndole la remera que me trajo con la otra mano.

— ¿Vos no te cansas de estar tan buena? Sabes cómo me la pones. No hace falta que diga nada. —rode mis ojos causando su risa. Me puso la remera y comenzó a sacarme la sábana pero la tome rápidamente volviendo a taparme.

— Quieto ahí, eso ya me puedo poner sola. —le arrebate el short holgado que tenía preparado en su mano. Le había pedido un pijama corto, precisamente el de Betty boop.

— Está ropa me trae algunos recuerditos. —murmuro mirándome de arriba a abajo. Tomándome por sorpresa me saco la sábana.— ¿Viniste a presumirle al medico vos? —levanto sus cejas.

— Ay si, ya sabía que iba a terminar acá. No seas boludo, era para vos. —luche con las piernas del short y me lo termino poniendo él.

— ¿Ibas a provocarme en mi propio trabajo? —se hizo el ofendido. Le hice cara de asco y le pedí mi desodorante y perfume. Colocándomelos. Tomo el cepillo y se sentó en un lugarcito atrás mío, comenzando a peinarme suavemente.

Estaba media inclinada hacia adelante, dejándole espacio para que me peine. Mordí mi labio cuando sentí sus dedos pasar entre mi cabello, creo que ni en esta situación en la que estoy puedo calmar mis hormonas por su culpa. Estás quebrada prácticamente, por dios, cálmate.

En ese momento la puerta se abrió dejando ver al médico, es bastante joven, y lindo por lo que veo.

— Buenas chicos. —saludo, Emi se levantó dejando el peine en la mesita de luz.— Bueno Cali, por lo que dejan ver los resultados de los exámenes que se te realizaron, estás en perfectas condiciones. Más allá del tobillo fisurado, que esa es la más grave, el resto son solo golpes superficiales. —asenti prestando atención.— Así que estás completamente buena.. bien—se corrigió rápidamente, vi como a Emi le cambio la cara a una de enojo y seriedad. El médico se aclaró la garganta y yo solo quería reírme.

— Bueno, emm. —hablo llamando la atención del doctor para que saque sus ojos de mi.— ¿Entonces ya le dan el alta?

— Si si, eso venía precisamente a comentarles. Le entrego el alta, en la misma hoja está el turno para rehabilitación en quince días por lo de su tobillo y después un control el mismo día para ver su progreso. Tiene que estar en reposo hasta que le demos el alta total. Por lo tanto le damos un papel para que pueda tramitar la licencia en su trabajo. —ah genial, primer día de trabajo y ya tengo licencia, na si me gane el premio a la más oportuna.

El médico se despidió y salió por la puerta. Los ojos de Emi no sé despegaban de la puerta recientemente cerrada.

— Le iba a romper la boca si seguía mirándote así. —se giro y sus ojos mostraban enojo, me mordi el labio disfrutando de sus celos. Extendí mi mano sin aguantarlo mucho y tomándolo de la suya lo atraje hacia mi. Él todavía serio se dejó mover y lo tome de la nuca plantando mis labios en los suyos. Mordisquee su labio inferior disfrutando de la sensación de volver a besarlo así. Tomándome por sorpresa metió su lengua en mi boca, dios. Extrañaba mucho sus besos.

Se sentó en la orilla de la cama inclinándose un poco y llevandome hacia atrás, volviendo a apoyarme en las almohadas. Que ganas de que me agarre como en su casa otra vez. Esa fue la última vez que estuvimos juntos, y en estas condiciones no puedo hacer mucho.

Tironeaba mi cabello hacia atrás haciéndome inclinar la cabeza dejando expuesto mi cuello, el cual no dudo en bajar a mordisquearlo y humedecerlo con sus besos.

— Basta Emiliano, por favor. —los suspiros no dejaban de salir de mi boca. Se supone que yo estoy enojada con él. Su mano bajo a mis tetas y comenzó a masajearlas de a una por encima de la tela de mi remera, mordí mi labio intentando callar mis gemidos.

— Ya me la pusiste dura Caeli, que fácil la haces. —no me puede decir eso ahora. Se despegó de mi haciéndome quejar. Me recosté frustrada pensando que no iba a pasar más nada, pero se levantó a cerrar con traba la puerta, volvió y me destapó las piernas, el yeso era mínimo, solo tomaba mi pie y la mitad de mi gemelo, por lo que podía mover mi pierna libremente.— Te voy a dar una mini bienvenida. —susurro y tomando el elástico de mi shorts lo bajo, junto con mi tanga roja. Comencé a respirar por encima, sin poder contenerme.  Me movió quedando mis piernas colgando sobre sus hombros, estaba sentado en la silla donde lo encontré durmiendo. Mi intimidad expuesta a su boca, a su cara, haciéndome mojar.

Acercó su lengua húmeda y larga a mis labios vaginales, pasándola de arriba abajo, haciéndome morder para no gemir. Movía mis caderas al encuentro de su boca, hasta que mordió mis labios haciéndome llevar la mano a mi boca para taparme. Llevo su dedo a mi entrada y lo fue metiendo de a poco, hasta que no pudo más, y volvió a sacarlo empezando ese Vaivén exquisito. Saco su dedo de ahí y bajo unos centímetros hacia mi entrada trasera, comenzando a jugar ahí. Debo admitir que me gusta, me genera bastante placer sentir su dedo ahí. Comenzó a presionar y sentí dolor.

— Despacio Emi. —murmure, volvió a pasar su lengua por mi clítoris y me olvidé de su dedo juguetón, el cual al ver que empecé a olvidarme del dolor, se fue metiendo lentamente. Sin darme cuenta estaba todo su dedo adentro de mi culo.

Abrí mi boca mirando hacia abajo, sin emitir sonido alguno, sus ojos se encontraron con los míos a la vez que con su otra mano llevo dos dedos a mi entrada vaginal, completamente empapada, y los metió. Tenía sus dedos en todas partes.

Empezó un mete y saca intercalado, cuando su dedo salía de mi culo, entraba el de mi vagina, y así sucesivamente.

Con mi mano libre me tomé de atrás de las rodillas dejando mi culo y vagina expuestos. Siguió sus movimientos cada vez más rápidos, mi otra mano la lleve a mi boca mordiéndome. Mientras mi cuerpo no dejaba de moverse por sus embestidas manuales.

No doy más, su lengua volví a encontrarse con mi clítoris y siguió moviendo sus manos. El orgasmo inevitable se formó en mi estómago instalándose en mi útero. cuando metió su segundo dedo en mi culo explote. Su sonrisa de satisfacción no se comparaba a la mía.

El hombre que mejor garcha y es activo sexualmente, es mío.



Fisioterapeuta por un día // Dibu Martinez (SSA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora