Mi celular sonó, lo saqué de mi bolsillo y atendí. Por un momento olvide que estábamos encerrados en un ascensor. Mi mano seguía tomada por la de Emi, su altura imponente me hacía dar muchísimo calor.
– ¿Hola? –aclare mi garganta cuando la sentí seca y rasposa.
– Hija ¿Dónde estás? Hace quince minutos te estamos esperando, sabes que no pueden existir estos retrasos, menos en el contexto que estamos. –si bien no me estaba retando, se lo escuchaba como incómodo. Mi papá es el hombre más puntual del mundo, y esto es como una falta de respeto para él.
– Papi, estamos encerrados en el ascensor, hace casi una hora. Me canse de llamarlos pero parece que no salen. Estamos en el número dos. –después de que casi le de un infarto y me rete porque no le avisé -siendo que ya le había dicho que intenté llamarlo- escuché como empezaron a llamar a mi nombre desde el piso de abajo. No entiendo cómo Emi puede estar tan tranquilo, es que igual sabe que no podemos hacer nada, no es ansioso como yo.
Mientras la gente trabajaba afuera, yo no podía dejar de mirar a este hombre hermoso que acaba de declararse. Lo tenía de perfil, por lo que miraba su cuello, esa nuez que subía y bajaba cada vez que hablaba, su barba medio crecida, esos lunares que tanto me gustan, soy capaz de tatuarmelos. Giro su cabeza dándose cuenta que lo estaba mirando. Una sonrisa presiosa apareció en su cara, inclinándose con ternura.
– No sé cómo hago para no llenarte de besos cada vez que te quedas mirándome así. Tengo un autocontrol muy grande me parece. –me tape la cara poniéndome roja.– Hasta hace un año eras una desvergonzada que me acoso cada vez que pudo, y ahora no te puedo decir nada porque ya te pones como un tomate. –la risa atrás de sus palabras me hizo poner más roja.
– Y bueno boludo, yo te acosaba porque no sabía que eras casado. Después me quería morir cuando me enteré, eso me pasa por no preguntar primero. Y si no te diste cuenta, el año pasado vos no me decías nada que me haga poner así, la que te lo decía era yo y vos te ponías nervioso. –salte a la defensiva cruzandome de brazos, provocando que se acerque a abrazarme, sus brazos me pueden envolver tranquilamente una vuelta y media, exagerando. Aspire su aroma tan típico y dejé un besito en su pecho.
El ascensor parpadeo un par de veces y comenzó a bajar lentamente, hasta llegar a su destino. Las puertas de abrieron y tres caras de culo aparecieron en mi visión, más cuando vieron con quien estaba.
– Muy oportuno que se hayan quedado encerrados juntos ¿No? –hablo Scaloni cruzandose de brazos, acto que repitieron los otros dos ¿Y a estos que les pasa?
– Acá algo tienen que ver los otros tres boludos, los escuché cuchicheando. – Pablito miraba a su derecha, dónde estaba mi papá, supongo que con los boludos se refiere al trío dinámico.
– ¿Pueden dejar de hacer teorías tontas? Obviamente fue un accidente. –rode mis ojos cruzandome yo de brazos ahora.– Aquellos no saben ni leer las agujas de un reloj y van a saber cómo frenar un ascensor. –Emi se rió, emitiendo un sonido por primera vez, causando que los tres hombres lo miren con la frente arrugada al mismo tiempo.
– A mi no me miren así, yo no tengo nada que ver con nadie. Me quise escapar de una partida de truco y terminé encerrado con la cuarta mosquetera. –fue mi turno de mirarlo mal, y me hizo una sonrisa falsa.
– Bueno déjense de pavadas, Caeli a la pieza, y vos Damián a tu habitación. –el DT sonaba como un padre retando a su hijo. Emiliano refunfuñando apretó el botón que lo llevaría de nuevo a su piso. Antes de que las puertas se cierren, me miró guiñándome un ojo, ese simple acto me hizo sonreír y suspirar. Cuando me gire, los tres viejitos me estaban mirando mal.
– Les juro que no hice nada, dios, ahora en vez de tener un solo papá tengo tres. Vamos a trabajar hombre. –sin esperarlos camine hacia la habitación del Dt, cuando entre ví que era más grande que la mía. Ya que esta contaba con un comedor enorme y una mesa acordé, dónde tenía las computadoras y papeles.
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Fisioterapeuta por un día // Dibu Martinez (SSA #1)
FanficPaso a relatarles cómo pase de estar estudiando para mis últimos exámenes de la carrera, a estar masajeando las piernas del plantel de nada más y nada menos que de la selección Argentina. Ya de entrada es poco creíble, imagínense cuando les cuente t...