OCHO

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Era un buen día, su bebé tenía seis meses tan pequeño y tan grande al mismo tiempo, hoy era domingo y ni Yoongi ni él trabajaban.

Ahora había terminado de servir la comida para Yoongi, para el algo ligero ya que nada le sentaba bien últimamente y había preparado una papilla para Jungkook quién debido al tiempo recién las estaba probando aunque primero le daría algo de leche.

Desde la cocina escuchaba como Yoongi Silbaba dentro de su habitación, se había duchado y ahora se estaba cambiando ya que irían en un rato al parque a que Jungkook viera los arboles y respirara el aire puro y de paso jugará un poco con ellos y talvez uno que otro cachorro como él que pudiera estar ahí.

Tomó al pequeño que estaba en un moisés arropadito aun y lo cargo, se sentó cerca a la mesita donde almorzarían.

Descubrió su pecho y vio como su pequeño se guiaba a si mismo hacia su alimento, ansioso por la cercanía con su padre Omega y por comer.

El se tomó un momento para acariciar las mejillas de su pequeño, acariciar su pancita, sus piecitos, tomar sus manitas, besar su frente y sus mejillas, el pequeño le respondía con su manita que sostenía un dedo de la mano de Namjoon.

Impregnó su aroma en el bebé quien luego de estar lleno se soltó del pecho.

Aprovecho en hacerlo eructar para no causarle gases, ya había vivido ese momento hace un mes y fue horriblemente doloroso para el omega ver llorar a su bebé de esa manera, ver sufrir tanto a su pequeño cachorro con ojos de Bambi.

Yoongi salió feliz, antes de sentarse dejo un beso en la cabeza del Omega quien ahora estaba más alto que él en este medio año de revolución hormonal había crecido hasta dejarlo más pequeño. Dejo también un beso en la mejilla de su hijo.

—Nam, no era necesario que me esperes para comer— dijo tomando los palillos y empezando a comer.

—Pero quería hacerlo, es mejor comer contigo, siempre es mejor juntos— dijo el Omega sonriendo y empezando a comer.

—Bueno, gracias por esperarme, precioso— dijo Yoongi con amor.

—En realidad Kookie no espero, el ya tomó su leche— dijo haciendo que el bebé sonriera.

Estuvieron alegres haciendo reír a Jungkook quién ahora era fan del puré de zanahoria que era básicamente zanahorias sancochadas trituradas.

Al terminar Yoongi recogió todo y lavó lo que usaron mientras Nam se bañaba junto a Jungkook.

Le puso un overall color caqui igual al que el se había puesto, con unas playeras plomas ambos iban vestidos exactamente igual. Ambos con converse marrones y unas boinas a juego. Hoy irían a juego.

—Luces tan adorable mi amor, mi hermoso conejito— le dijo haciendo que el bebé riera y arrugara su naricita, luego Namjoon dejo un beso en cada mejilla del cachorro.

—Quiero que sepas que tú omma te ama, te ama mucho- dijo el Omega tomando al cachorro entre sus brazos para cargarlo y nuevamente impregnarlo de su aroma.

Listos salieron a pequeña salita donde estaba Yoongi quién cargaba el pañalero.
Se habían mudado hace un mes a un espacio ligeramente más grande casi al mismo precio del lugar anterior.

—Vamonos preciosos— les dijo Yoongi.

Namjoon estaba feliz, por fin parecía todo estar en su lugar, ambos trabajaban y aunque no tenían tanto como cuando ambos eran hijos de herederos, estaban bastante bien.

Salieron de la casa cerrando bien y bajando las escaleras Namjoon sostenía a Jungkook pegado a su pecho, el llevaba un libro para estudiar lo que debía para sus clases y llevaba un conejo de su bebé impregnado con su aroma también.

Caminaron hasta el parque que para su sorpresa estaba casi vacío.

Se sentaron y acomodaron, Nam dejo a Jungkook en brazos de Yoongi quién lo movía cuál avioncito y el reía y carcajeaba.

Aprovecho y saco su libro así leería algo para su clase. Pasaron como veinte minutos y derrepente sintió como le ponían una especie de tela en su boca queriendo llegar a su nariz lo levantaban y jaloneaban, mientras escuchaba como Jungkook lloraba y veía como se lo llevaban. Cómo se lo llevaban con Yoongi.

Los metían a ambos a una mini van.

—Dejen a mi bebé— gritó Namjoon —sueltenmeee, auxiliooooo— gritó más nadie lo ayudó.

—Cállate perra— grito el hombre quién lo tenía agarrado por detrás.

Mientras que el otro trataba a todo costo de ponerle el paño en la nariz para que aspire ese aroma asqueroso e invasivo.

Trato de luchar, lo golpearon mucho, iba perdiendo fuerza, veía nublado por las lágrimas, trato de gritar pero no pudo, lo último que supo y sintió fue como lo pateaban y golpeaban.

Lo lanzaron dentro de otra minivan.

—Señor, todo está listo— dijo uno de los hombres.

—Perfecto— dijo una voz conocida del otro lado.

—Lo botaremos por ahí, Señor— dijo el otro que tenía su pie encima de su cara.

—Nos vemos luego muchachos, buen trabajo— dijo esa voz muy risueña y macabra.

Luego, todo se oscureció.

HURT • [ YOONNAM / VMON] AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora