37.- Harta.

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Narra Maritza

Paso el día corriendo, comimos todos en familia, platicabamos y reían para entretenernos a Pablo y a mi, aunque para mi era casi imposible entretenerme.

Después me obligaron a subir porque me dijo el doctor que descanse y que duerma temprano. Pablo subió conmigo y dejó a Benja con Mia.

–Estoy harta.– dije tirandome a la cama bocabajo.

–¿De que?– me preguntó acariciando mi espalda.

–De que traten de animarme como si fuera una bebita.

–Es tu familia, solo quieren ayudar.

–Pero nada ayuda, Pablo. Por más que trate de olvidarlo no puedo, no puedo olvidar que por culpa de alguien murió mi bebé. Sé que quieren ayudar pero solo me hace sentir mal el que quieran hacerme sentir bien. Me cuesta Pablo ¡Me cuesta mucho!- grité mientras lloraba y me abrazó.

–¿Que pasa? ¿Porque pelean? – preguntó Sonia abriendo la puerta.

–Nada Sonia, no hay de que preocuparse– le dijo Pablo.

–¿Que le dijiste?– le preguntó y me separé para pararme y sacarla.

–Nada ma, no me hizo nada.

–Si después me entero de algo... Yo lo mató ¿ok?

–Si ma, nosotros igual te queremos. Buenas noches- cerré la puerta- ¿Ves?

–Ya mi amor, tranquila, vamos a ir con un psicólogo ¿si? Yo lo consigo. Esto es nuevo para nosotros.– se paró 6 me abrazó.

–Esta bien. Me voy a dormir.– dije y me fui a cambiar la pijama.

Pablo se quedo en bóxer y apagó las luces cuando me acosté en la cama, dándole la espalda.

–¿Vos– pregunté– que sentís? ¿Que pensas? ¿Como estas? Necesito saberlo.– me di vuelta y quede frente a él ahora.

–Estoy destruido al igual que vos y cada que me imagino todo lo que pasamos para estar como estamos me pesa mucho. Me desgarra el alma.

–Nunca hablas de como estas. Parece que soy la única a la que le importa.

–¿Podemos no hablar de eso ahora? Vamos a dormir.

–Solo decime. Soy tu novia. Supongo que tengo que saber. Era nuestro bebé.

–¿Podes dejar de hablar, ya?– dijo dejándome muda.

–Vete al diablo.– dije y me volví a voltear.

La noche fue larga. Lloré tres veces en la noche. Mi almohada parecía un río y los recuerdos no se van. Cuando porfin logré dormir, tuve el sueño muy pesado. Ni siquiera recuerdo que soñé.

Cuando desperté oí una risa y abrí los ojos para ver a Pablo jugando con Benja en su pecho.

–Buenos días. Quería perderte perdón por lo de anoche.– me dijo Pablo.

–¿Porque?

–No me gusta hablar de eso, ¿si? Te fallé y me siento mal.

–¿Por cuanto tiempo más te vas a seguir haciendo el valiente?

–¿Perdóname?– preguntó ofendido.

–Si, Pablo. Lo que oíste.

–Deja de decir pavadas, Maritza.

–Como quieras Pablo, primero te quejas de que yo no aceptó ayuda y luego es otro el que no quiere nada. Te recuerdo que no sos el único que perdió a un bebé para estarme tratando mal. Me llevaré a Benja a desayunar- agarré al bebé y salí del cuarto.

Dos segundos. PablizzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora