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11 | Bromas privadas

11 | Bromas privadas

Hannah

—Oye, este finde podríamos ir a dar una vuelta —propone Phoebe el miércoles, mientras nos cambiamos en el vestuario.

—¿No daba tormenta para finales de semana? —pregunto, terminando de desabrocharme la camisa del uniforme para cambiarla por la de Educación Física.

Mi amiga hace una mueca contrariada.

—¿En serio? Bueno, pues si hace buen día damos una vuelta. Si no, pues os venís a mi casa y vemos una peli.

—Suena bien. —Kylie se ata una coleta bien alta—. Luego le escribo a Beth, a ver si se apunta. Aunque depende del día, porque he quedado.

Phoebe alza ambas cejas, cierra la mochila y la deja en la taquilla del vestuario.

—¿Con el chico de los tiktoks?

—Con Daniel, sí. —La sonrisa de Kylie se ensancha más aún—. Hemos quedado el sábado por la tarde. Estaba un poco rayada porque apenas me hablaba, pero Beth cree que puede ser que le dé vergüenza, así que el otro día decidí escribirle yo para proponerle el plan, ¡y me dijo que sí!

—¿Y qué vais a hacer?

—Le he dicho que venga a mi casa, que no habrá nadie.

—Vaya, vaya. No perdéis el tiempo, ¿eh?

Kylie se ríe y yo guardo mi mochila en la taquilla también, escuchando la conversación en silencio. ¿Por qué las palabras de mis amigas me están haciendo sentir tan rara?

Cuando salimos del vestuario, creo entender cuál es la razón: que Kylie empiece a salir con Daniel me obliga a escuchar hablar de él de manera continua —estamos a unas tres frases de desgastarle el nombre— y cada vez que lo mencionamos, la Hannah que enterré hace tantos años se empeña en revivir. Y no quiero que lo haga, porque eso implica recordar tiempos más sencillos, esos en los que mi padre seguía vivo.

—Yo creo que este finde sí que pasará algo —dice Kylie de camino al gimnasio—. Hemos tenido mucha química desde que nos conocimos en la fiesta, y es verdad que el otro día en el coche no era plan, pero este sábado...

—Tampoco tenéis que apresurar las cosas —intervengo, fingiendo que no me importa—. Solo os habéis visto dos veces.

—Ya, claro, pero es que es evidente que nos tenemos muchas ganas, ¿sabes? Igual no llegamos hasta el final, pero manoseo habrá, eso fijo.

Me obligo a que mi sonrisa no se vea muy forzada, pero no puedo evitar preguntarme si de verdad Kylie no tenía nadie más de quien pillarse.

—Bueno, tía, tú disfruta y pásatelo bien. —El consejo de Phoebe me hace querer poner los ojos en blanco—. Si la cosa fluye, pues...

Llegamos a nuestro destino y el ruido de la pelota de baloncesto rebotando contra el suelo y las voces de nuestros compañeros llenan el gimnasio. El profesor de Educación física entra justo después que nosotras, y agradezco no tener que seguir con la conversación de antes.

Después de hacer sonar el silbato, nos manda a estirar y dar unas cuantas vueltas por la cancha a modo de calentamiento.

—Podríamos ir de compras a Bristol —comenta Kylie cuando apenas hemos dado la primera vuelta—. Si no es este finde, el que viene.

—Uf, tía, pero qué pereza coger el bus hasta allí, ¿no?

—Nos puede llevar Hannah, que para algo tiene carnet...