24 | El corazón de James
Hannah
Cuando días después salgo de la ducha del gimnasio, todavía no puedo dejar de pensar en que creo que el otro día Daniel y yo estuvimos a punto de besarnos.
No estoy segura, pero la forma en que me miro, cómo vista bajó a mi boca... Si no hubiera aparecido su madre, ¿habríamos llegado a más o no habría ocurrido nada?
Lo peor de todo es que ni siquiera puedo mentirme a mí misma, ni fingir que no me quedé con ganas de que ocurriera y poder sentir sus labios sobre los míos. Puede que lo esté malinterpretando. Tal vez solo estoy leyendo lo que quiero leer, y no sus verdaderas intenciones, pues desde entonces he seguido yendo a su casa sin que volvamos a acercarnos tanto. Aun así, a estas alturas sería inútil decir que lo que siento cuando estoy cerca de él es lo mismo que cuando estoy con el resto del mundo, porque no es así.
Una vez termino de secarme y ponerme el uniforme, le digo a Rachel que nos vemos a la salida y salgo del vestuario para dirigirme a la siguiente clase. Por el camino, sin embargo, escucho a Phoebe llamarme por el pasillo.
—Hannah. —A modo de respuesta, me limito a seguir caminando—. Hannah, ¿podemos hablar?
Me detengo con un resoplido y espero hasta que Phoebe me alcanza, desprendiendo un dulzón olor a coco de su gel de ducha.
—Dime, que tengo que ir a clase.
—Será un segundo, es que últimamente apenas hemos hablado, y...
—No soy yo quien lleva casi un mes ignorándoos, Phoebe.
Sueno más cortante incluso de lo que pretendía, pero me mantengo firme. Desde la discusión con Kylie en Bristol, estar cerca de mis amigas se ha vuelto tan incómodo que he tenido que alejarme, y ellas tampoco han hecho demasiados intentos de tender puentes de por medio.
Siempre he sabido que todas las cosas tienen un final, y ahora no puedo evitar preguntarme si no ha llegado nuestro momento de despedirnos. Si, después de todo, no es así dónde se separan nuestros caminos. Me duele, claro, porque las quiero muchísimo, pero nunca he sido de atarme a barcos hundidos ni de estancarme en callejones sin salida.
—Mira, tía, ya sabes cómo es Kylie... —empieza a explicar—. En fin, alguien tiene que mediar si no queremos que esto se convierta en una guerra, ¿no crees?
—¿Y ese alguien eres tú?
—Está claro que tú no. Y no es novedad que Kylie solo tiene que soltar una lagrimita para ganarse el apoyo incondicional de Beth.
—Sí, muy bien. —Resoplo, porque a pesar de que capto la buena intención de mi amiga, el enfado no se me va a ir tan pronto—. Sigue sin ser justo, ¿sabes? Todo el mundo se pone siempre del lado de Kylie; no se le puede llevar la contraria.
—Joder, nena, ya. Pero tú también le hablaste fatal.
Pongo los ojos en blanco.
—Y lo hice porque sí, ¿no? Porque me apetecía, sin tener ningún motivo.
—Estoy segura de que sí lo tenías, pero ya...
—¡Sí, ya sé cómo es Kylie! ¡Pero ser de una forma no te da vía libre para hacer lo que te da la gana a costa de los demás! —exploto, y me siento la cara roja por la rabia. Phoebe se queda en silencio y mira al suelo como si fuera una niña pequeña a la que acaban de regañar. No estoy acostumbrada a ver a Phoebe achantarse, pero supongo que esta vez sabe que llevo razón. De todas formas, suavizo el tono antes de volver a hablar—: ¿Era de esto de lo que querías hablar?
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Entre líneas | ✔
Teen FictionDaniel y Hannah. Dos amigos de la infancia que se han distanciado. Una canción guardada en el cajón. Palabras ocultas entre líneas. Un reencuentro que lo cambiará todo. Dan no entiende por qué su mejor amiga desapareció de su vida hace cuatro años...