18 | Mi cable a tierra

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18 | Mi cable a tierra


Daniel

El pecho me duele tanto que siento que me va a reventar.

Noto la mano de Hannah en la espalda y dice algo de un paseo, pero es que apenas puedo escuchar nada que no sean los latidos de mi propio corazón, acelerado. Esta vez, de quien no puedo apartar la mirada es de Kylie. Quiero salir corriendo, pero no lo hago. No puedo.

Todas sus palabras se me han clavado en el pecho sin piedad, y aunque ahora mismo lo último que quiero es estar con ella, me duele que piense así de mí. Que se arrepienta tanto de haberme conocido.

Beth y Phoebe rodean Kylie, que llora desconsolada. Quiero romperme de la misma manera, pero sé que este no es el sitio ni el momento, así que me trago todo lo que se me está amontonando en la garganta.

—Me voy a ir a casa —anuncio, y me sorprende lo firme que suena mi voz—. Si queréis os llevo, pero me voy ya.

—No hace falta —dice Phoebe, que me mira desde la puerta con el ceño fruncido. A pesar de su gesto, no me habla con brusquedad, así que no sé si está enfadada o no conmigo por hacer llorar a Kylie. Lo que sí parece es desconcertada—. Cogemos el autobús.

Aunque me sabe fatal dejarlas tiradas en Bristol, siento que me quitan un peso de los hombros. No quiero encerrarme con ellas en un coche durante cuarenta minutos.

—Yo sí voy.

Escuchar la voz de Hannah a mi lado me pilla por sorpresa, porque si bien no había olvidado que estaba allí, no esperaba que dijera algo así.

Beth se limita a torcer un poco el gesto a modo de respuesta; debe de pensar que está mal que Hannah venga conmigo en lugar de quedarse a consolar a su amiga. Sin embargo, yo asiento con la cabeza, y el alivio de que sea ella la que me acompaña es tan abrumador que tengo que esforzarme para no llorar.

—Vale, vámonos —le digo.

Hannah regresa al interior a por nuestras cosas, de las que yo me había olvidado por completo. Me quedo allí, mirando al suelo mientras el llanto de Kylie me rompe el corazón.

Me siento la peor persona del mundo por hacerla llorar así. No quería herir sus sentimientos. No quería meter la pata. No quería estropearlo todo por ser yo.

Estoy muy harto de cagarla todo el tiempo.

Y, aun así, no puedo evitar estar algo enfadado. Lo que pasa es que no sé si es con ella por hablarme así, o conmigo mismo por no actuar diferente.

—¿Vamos? —me pregunta Hannah, aunque ni siquiera la he visto salir. Cuando alzo la vista, veo que las otras tres han entrado a la cafetería.

Asiento con una cabezada y echamos a andar en silencio, el uno junto al otro. La brisa fresca en la cara me ayuda a calmarme y, al inspirar, el olor a sal me inunda la nariz. Aun así, sigo sintiéndome fatal, y ahora que soy capaz de pensar un poco, soy consciente de lo mal que he reaccionado.

Debería haber intentado hablar con Kylie; aclarar las cosas con más paciencia en lugar de ponerme a la defensiva. Está claro que la he abrumado, que se ha agobiado. A veces soy demasiado. Tal vez todo ese numerito no ha sido más que ansiedad e inseguridades hablando por ella.

Pero también creo que sus palabras eran totalmente en serio; que preferiría no haberme conocido, que nada de esto hubiera pasado.

Y, en realidad, yo también.

—Dan. —La voz de Hannah vuelve a sacarme de mis pensamientos—. ¿Estás bien?

—Sí —respondo, aunque no sé por qué me molesto en mentir; no voy a engañar a nadie—, pero no quería hacerle daño a Kylie.

Entre líneas | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora