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Aang

El día de hoy mi pequeña y yo la hemos pasado tomando vitamina D y comiendo, me he felicitado por no subirla encima de mi hombro delante de todo el personal cuando apareció con un pantalón corto que dejaban ver su bikini amarillo y luego como se lo quitó para que le pusiera protector sola.

Luego bailamos como dos personas en su luna de miel, todo pegadito y acaramelados mientras bebemos Piña colada virgen, Thais me ha dicho que ha dejado de beber y que solo lo hace cuando hay un evento importante y nunca pasa de dos copas, y como quiero ayudarla a que siga con su constancia he pedido que solo traigan bebidas sin alcohol, ya ambos están borrachos de amor y nos divertimos igual, o mejor que con el alcohol.

Bailamos desde "Unchained Melody  by The Righteous Brothers hasta Can't Help Falling in Love by Elvis Presley. Luego La Vie en Rose by Édith Piaf, Sous le vent" by Garou & Céline Dion.

Después de la cena, llevo a Thais a nuestro camarote y la acorralo contra la puerta, deseoso de ella.

—Sabes que soy de los hombres que les gusta los jadeos, los gemidos y los gritos de placer que salen de tu hermosa boca —gruño en su oído antes de morderlo con fuerza. —Será mejor que empieces, Thais, porque he querido sacarte cada uno de esos sonidos. Tengo la intención de ganármelos. Uno por uno, ¿pero tú estás lista?

Mi mano en su cuello inclina su mandíbula para que yo pueda devorar sus hombros, el oleaje de esos pechos, cada parte de su cuerpo donde ha desaparecido mi marcar.

Me quiero en todas partes sobre ella y sé que ella también lo quiere.

—Está vez es un para siempre. El próximo hombre que te ponga las manos encima pierde esas manos, pequeña. ¿Entendiste?

Sacude la cabeza, con los ojos cerrados. Pero, se aferra a mi cabeza como si fuera la vida misma.

—Lo mismo va para ti —susurra. —Y soy muy buena con los cuchillos y dejaré marcas. Tanto a ellas como a ti para recordarte que eres mío.

—Yo prefiero marcarte con mi miembro.

La levanto, envuelvo sus piernas alrededor de mi cintura, la acerco para poder quedármela. Mantenerla para siempre. Eso era todo lo que quiero.

La inmovilizo contra la puerta, nuestros cuerpos moldeados el uno al otro por la fuerza.

Le hundo las manos en el pelo y la beso con una pasión cegadora. Sabe que la deseo, ya estoy adolorido con una erección antes incluso de la cena, pero la desesperación que emana mi piel cada vez que estoy con ella sigue sorprendiéndome. Siempre lo hace.

Mis dedos palpan los suaves mechones de su cabello y le acuno la cabeza con las manos. Paso la boca por la suya, me separo y vuelvo a unirme a ella, esta vez introduciéndole la lengua.

Ella se aferra a mí con un firme agarre.

La beso de un modo diferente a antes, sabiendo que aquella sesión no se parece en nada a todas las demás. Ahora yo soy el único hombre en su vida, el único para el que va a abrir las piernas. Mi nombre será el único que pronunciarán sus labios, estallando con un grito cuando hago que se corra por lo que le queda de vida.

Sus besos suaves se convierten en abrazos apasionados. Me devora con brusquedad, golpeando sus pequeños dientes con los míos al volverse más agresiva. Sus manos se mueven por mi cuerpo, agarrándome la camiseta y tirando del algodón. Sigue tirando hasta que me sube la camiseta por los hombros y me la quita por la cabeza.

Mis manos se clavan en sus caderas mientras chupo con fuerza esa parte sensible de su cuello, aspiro su aroma e intento por todos los medios aferrarme a la persona que no puedo volver a perder, aunque ella desea quedarse no sabe cómo quedarse.

Abyss [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora