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—Linda.... —la llamó Minji en un susurro. Su voz estaba ronca, pero ya no temblaba, tampoco tenía esos molestos escalofríos y mucho menos dolor de cabeza, hubiese querido poder decir lo mismo de su garganta que estaba inflamada, le dolía al respirar y mucho más al hablar.

Debían ser no más de las 9 o 10AM, dormir un rato más y permitirle a su cuerpo descansar lo que no había podido la mañana anterior habría sido lo ideal, pero un molesto zumbido la había despertado. Demoró en despabilarse y entender que no era más que el teléfono Yoohyeon tirado a un lado de la cama. Quería ignorarlo, pero la insistencia en esas llamadas era tal que creyó que podría ser algo urgente y, sin más remedio, la despertó.

—Yoohyeon, linda... —Esta vez la sacudió un poco.

La chica se revolvió en las sábanas, se quejó; Minji rio cuando se cubrió con la manta y quiso ignorarla, pero otra sacudida, esta vez la mano helada directamente en su cuello, la obligó a despertar.

—Si... —gruñó, sus parpados apenas comenzaban a despegarse— ya me vo...

Guardó silencio de nuevo cuando su vista se enfocó en ella del otro lado de la cama. Yoohyeon pasó en un segundo de enojo a sorpresa y luego al característico tono rojo de la vergüenza al mirarla a los ojos.

Minji resopló una carcajada.

—Tu teléfono, linda —dijo.

Y Yoohyeon volvió a molestarse. Palmeó el suelo en seguida y agarró el aparato.

—Olvidé silenciar esta porquería —murmuró mientras daba un par de toques en la pantalla y, luego de apagarlo, lo arrojó sin cuidado al sofá, lejos de donde pudiera verlo. Después se echó de nuevo boca arriba y se tapó los ojos con el brazo.

Minji la miró compasiva, quizás hasta un poco preocupada, no tenía que conocerla demasiado como para darse cuenta de que tenía problemas, pero ¿Qué podía hacer si su vida también era un desastre?

Bajó la mirada cuando Yoohyeon se revolvió en la cama, se había apartado la sábana de encima y ahora en su piel lucían los tonos enfermizos de esos moratones. Minji apretó los labios, debía estar más lastimada donde la ropa la cubría, era obvio.

—Bunny...

La voz de Yoohyeon ahogada por su propia piel, la devolvió a la tierra.

—Dime.

—¿Tengo que irme? —preguntó tímidamente.

Minji ladeó la cabeza, con cuidado le apartó el brazo de la cara, quería que la mirara, pero apenas lo hizo una sensación rara la golpeó de lleno. Yoohyeon tenía sus labios apretados y en sus ojos estaba de nuevo esa mirada que la debilitaba.

—¿Por qué deberías irte?

Ahora era Yoohyeon quién tenía la confusión impresa en su rostro ¿Qué clase de pregunta era esa?

—Porque...

—Linda, no voy a echarte —la interrumpió y con ver su expresión todo tuvo sentido—. Quédate cuánto quieras —dijo y volvió a echarse a su lado.

La lluvia había cesado con el pasar de la noche dejando tras ella un clima fresco y tranquilo, las nubes cubrían el cielo filtrando el sol en suaves destellos que apenas si iluminaban el apartamento. Minji volvió a cerrar los ojos decidida a dormir un rato más, pero su cabeza insistía en Yoohyeon.

¿Qué pasaría si le daba lo que tanto pedía? ¿Qué pasaría si ella lo supiera? ¿Estaba lista para decírselo? ¿Huiría?

Cientos de preguntas danzaban en su cabeza, pero no podía ignorar lo que sentía, lo que sentían las dos. Quizás —pensó— debía hablarlo ahora, dejarlo salir, de todas formas, sería mejor acabar con ese asunto cuanto antes y evitar heridas más adelante ¿cierto? Claro que sí, era lo más sensato, pero prefería reservar el tema solo un poco más hasta que tuviera la oportunidad de conversarlo con el buen Dil y, quizás, solo si la charla se le iba de las manos, tendría que contactar a cierta rubia con quien había dejado de tener contacto luego de dejar el grupo de ayuda hacía dos años.

NO! (JiYoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora