El aire de repente parecía más suave, quizás demasiado suave, tan suave que podría ahogarse en él.
Cuando se volteó la vio ahí. Yoohyeon estaba sentada en el borde de la acera, jugueteaba nerviosamente con el celular contra su cuerpo, su rodilla se movía de arriba abajo, inquieta e impaciente y ni siquiera se había dado cuenta de que Minji la veía, entre el rubio de su cabello asomaban unos audífonos plateados y se abrazaba a sí misma en un intento burdo por cubrirse de la fría brisa otoñal para la que su chaqueta no parecía ser suficiente. Minji se quedó con la espalda pegada en la puerta del Orange, el hierro de las rejas pinchaba un poco, pero sus ojos no podían ver otra cosa que no fuera Yoohyeon, no importaba cuanto intentara resistirse, ella había sido como la gravedad para su mirada e incluso ahora —pasado algún tiempo— lo seguía siendo. De repente estaba demasiado nerviosa, le sorprendió lo rápido que comenzó a sudar, sus manos se sentían resbalosas en el metálico de las llaves y el aire se congelaba en el nacimiento de su cabello.
La había estado esperando. Si el verla en el bar podría haber pasado por una mera casualidad esto era demasiado obvio ¿Por qué otro motivo estaría ahí en su horario de salida?
Y en el momento en que Yoohyeon levantó la mirada y sus ojos se encontraron de nuevo creyó que moriría, el corazón se le hizo enorme dentro del pecho y todo a su alrededor pareció desvanecerse. El bar, el frío, los coches de la calle, incluso el árbol sin hojas a unos pasos de ella; todo se convirtió en vacío, un lienzo blanco en donde solo estaban las dos y los escasos metros rellenos de absolutamente nada que las separaban. Le alcanzaría solo con estirar los brazos para volver a abrazarla, para poder decirle lo mucho que la había extrañado, cuanta falta le había hecho. Y tan pronto la vio sonreír, cuando le regaló esa sonrisa tímida, ligera, esa que reservaba solo para ella y, sin decir nada, le susurraba "volví", el trance se rompió.
Dando torpes zancadas corrió hacia ella, desesperada, jaló su chaqueta y la atrajo a sus brazos, la estrechó con tal fuerza que la hizo reír, la alegró tanto y se sintió tan bien, tan completa... el frío de repente ya no importaba y el vacío se llenó con una sensación burbujeante y cálida. Buscó sus labios y las besó, la besó hasta que el aire le hizo falta, sus labios sabían igual de dulces que esa última vez y sus ojos tenían ese mismo brillo que la había enamorado en un principio. No quería soltarla, ni siquiera ella había notado que la necesitaba con tanta urgencia. La besó de nuevo y de nuevo y una vez más después.
Pero eso solo pasó en su cabeza, no hizo falta mucho rato para que el murmullo de un coche a la distancia la devolviera a la realidad y ésta era muy diferente a aquella fantasía de besos y abrazos.
Minji seguía con las llaves del bar colgando entre sus dedos, Yoohyeon la veía con los labios apretados desde el borde de la acera, los nervios formaban una pesada muralla invisible y el hielo entre ellas podría haberse convertido en un enorme témpano blanco.
—Hola... —dijo Yoohyeon al fin.
Minji tragó grueso, su boca tembló bajo la lana de la bufanda, pero las palabras se quedaron a medio camino. Yoohyeon se levantó con cuidado, su voz había sonado firme y segura pero sus piernas flaquearon, se sentían como gelatina, tenía un pesado nudo atravesado en el medio de la garganta y en el centro de su pecho sentía algo arder, hormiguear y molestar; las manos le picaban, quería correr hacia ella como había hecho tantas veces antes pero ahora el deseo le sabía extraño y fuera de lugar. Estaba ansiosa por volver a hablarle, pero también estaba muy asustada, un destello de su viejo yo apareció en ese momento: "corre", "sal de ahí" le susurró en el oído y ella quiso reír, luego vio los ojos de Minji curvarse como pequeñas lunas crecientes, le sonrió también, como si compartiera el mismo pensamiento y aquello le dio el impulso que le hacía falta.
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NO! (JiYoo)
FanficYoohyeon vivía su sexualidad al máximo. Noche tras noche, su cuerpo ardía bajo las caricias de una nueva compañía. "NO" era una palabra que no conocía, pero, esa madrugada en el bar, todo cambió para ella.