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               La música estaba demasiado alta, no es como si le desagradara oír Aerosmith en ese volumen, pero las luces de colores que se escapaban de la pista de baile desierta se combinaban con los gritos agudos de Steven Tyler en Dream On y comenzaban a aturdir a Minji. Ella aprovechaba cada segundo libre que tenía para desviar sus ojos hacia Yoohyeon que se había sentado a la barra únicamente para esperarla. La chica no había vuelto a decir ni una sola palabra, su mirada se perdía en sus manos mientras jugueteaba con la copa vacía, demasiado concentrada en sus pensamientos.

—Linda... —la llamó e instantáneamente recibió una tímida sonrisa como respuesta, el corazón de la barista se derritió en ese momento. Ver a su bonita chica insistente tan calmada y desanimada era algo que comenzaba a preocuparla— ¿Estás segura de que no quieres ir a casa? —miró el reloj en su celular. Aún le quedaban alrededor de cuatro largas horas de trabajo, sin embargo, la jornada estaba siendo demasiado calmada— Puedo pedir permiso y...

Yoohyeon negó en silencio al mismo tiempo que tres chicas demasiado jóvenes se apoyaban en la barra y llamaban a la barista con un gesto de mano. Minji apretó los labios y le dedicó una rápida mirada antes de ir a atenderlas.

Lo que ella no sabía era que la seriedad de Yoohyeon no se debía tanto a lo que había pasado con Dami sino más bien a que estaba muy concentrada pensando en cómo iba a hacer pasa sincerarse con ella sin quedar en blanco. Tenía miedo de que todo aquello la ahogara y terminara por no decir nada ¿Cómo lo haría? No creía tener demasiado tiempo para averiguarlo.

—Te lo envía ese tipo de allá.

Minji llegaba justo a tiempo para despejar un poco su nublada mente. Levantó la mirada para ver a la barista del Orange con el ceño fruncido en un evidente gesto de fastidio y un Martini presentado de manera impecable frente a ella. Yoohyeon ladeó la cabeza al verla, no era la primera vez que le hacía llegar tragos de parte de alguien más —generalmente hombres— y nunca pareció molestarle, le extrañaba verla así ahora. ¿Celos? Pensó y la sola idea le causó mucha gracia.

—Lo aceptaría solo si viniera de ti —contestó tono coqueto acompañado por una osada mirada que recorrió todo el cuerpo de la barista, luego se volteó hacia el tipo y le hizo un gesto de negativa sin una sola pizca de simpatía, un segundo después sus ojos estuvieron de nuevo en Minji— dile que ya tengo a alguien —agregó sonriente.

La barista agachó la cabeza y negó ocultándole tanto la sonrisa en sus labios como el rosado de sus mejillas, se hizo la desentendida para con la chica y devolvió el trago al hombre que aceptó de mala gana, decepción era lo que su rostro reflejaba. Minji lo miró de reojo, no era frecuente, pero de vez en cuando pasaba que —luego de un rechazo— se ponían insistentes, por fortuna, el hombre no se quedó mucho más de diez minutos en el bar, la noche siguió su curso con normalidad y, cuando solamente faltaban unos quince minutos para el horario de cierre, la barista apoyó con sus codos sobre la barra.

—¿Vamos? —preguntó Yoohyeon, intentó sonreír, pero los nervios se la estaban comiendo viva otra vez.

—¿A dónde quieres ir?

Habló tranquila, pero por dentro seguía muy preocupada, no quería molestar a Yoohyeon con lo que había pasado esa noche, pero las palabras de esa mujer se quedaron rondando en su cabeza. ¿A qué tipo de problemas se refería? ¿Alcohol? No, Minji mejor que nadie sabía reconocer a los alcohólicos y, si bien era normal que Yoohyeon excediera sus límites, estaba muy segura de que no era ni por lejos una adicta. Más bien intuía que esa era solo una consecuencia, sin embargo, no se atrevía a indagar al respecto. Creía que cuando se sintiera cómoda sería ella misma quien hablara. Solo cuando fuera el momento, tal como Minji había hecho.

NO! (JiYoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora