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               —¡Tarde, Hyeon, tarde, tarde! —gritó Jamie, enojado, mientras echaba algunos vegetales en un sartén brilloso.

Todos en la cocina de voltearon a verla y Yoohyeon se frenó en seco, sintió la incomodidad de todas esas miradas justo en su nunca y pasó saliva. Miró al chico buscando un poco de alivio, lo vio guiñarle un ojo desde detrás de la enorme mesada de aluminio y le dedicó una sonrisa apenas visible. Sabía que la estaba regañando con toda la razón del mundo, pero también sabía que lo hacía por mera obligación. Llevaba casi veinte minutos de retraso cuando pudo por fin llegar al restaurante, no le preocupaba mucho lo que tuviera que decirle Jamie, después de todo, él mejor que nadie sabía lo distraída que estaría esa noche.

—No volverá a pasar —dijo y se apresuró en colocarse el delantal, comenzó a filetear un enorme trozo de carne tan pronto se lo indicaron. Estaba demasiado cansada, realmente le preocupaba poder quedarse dormida cerca del aceite caliente o rebanarse un dedo por confundirlo con un trozo de calabaza cruda. Y es que ver a Minji le había descolocado un poco los horarios. Sus noches ahora eran algo —muy— diferentes, las fiestas y los desvelos habían quedado atrás hacía ya varios meses, ahora el trabajo y la terapia la mantenían demasiado ocupada y precisamente los fines de semana eran los días que menos tiempo libre tenía; por lo general debía levantarse a las 6AM para recibir a Jamie quien viernes, sábados y domingos le daba clases personalizadas hasta pasado el mediodía, luego tenía algunas horas de la tarde libres que usaba para relajarse antes de salir al trabajo rosando las 7PM.

Jamie era el ayudante principal del chef. Era un chico alto de piel oscura y acento inglés, no debía tener más de veintidós, se suponía que solo estaba de paso en ese restaurante, pronto volvería a su país y culminaría ahí sus estudios gastronómicos, por eso dentro de la cocina se lo tomaba todo muy serio, aunque —después de pasar unas cuantas horas extra juntos— Yoohyeon había terminado por conocer su lado más enérgico. Era un chico super engreído, le encantaba molestarla y a veces pasaba a ser insoportable, pero también podía ser una muy buena compañía; era lindo y atento con ella, pronto comenzaron a llevarse mejor y, si bien no podría considerarlo exactamente un amigo, si se habían vuelto bastante cercanos. Cuando ella le contó que creía que su momento para dedicarse profesionalmente a la cocina había pasado hacía ya mucho tiempo, él mismo se ofreció a enseñarle algunas cosas toda para que ella pudiera reemplazarlo cuando llegara el momento de irse. El único inconveniente eran sus ajustados horarios, aun así, Yoohyeon no dejó ir la oportunidad.

Esa mañana en particular no había podido prestarle mucha atención a lo que le enseñaba y es que, además de haber dormido con suerte dos horas, su cabeza no podía enfocarse en otra cosa que no fuera Minji o —más bien— en lo horrible que había salido todo la noche anterior. Y es que ese reencuentro en la teoría era algo simple, pero en la práctica resultó ser todo lo contrario, aún le temblaban las manos y moría de vergüenza al pensarlo.

Entre su cabeza distraída y la falta de sueño, sus manos parecían no responder y, cuando casi se echa encima todo el salteado de verduras que estaba preparando, Jamie soltó un largo suspiro.

—Déjalo, yo lo haré —le dedicó una mirada compasiva, la empujó y tomó el sartén por la agarradera, pero Yoohyeon se quedó fija en su sitio, los hombros de los dos chocaban y él rio— So... ¿no fue tan bien?

Yoohyeon bufó.

—No sé cómo no morí anoche, J'... Bunny estaba hermosa... —suspiró frustrada, dio una vuelta al mesón y se recostó en él, aun sentía los párpados pesados, apenas si había conseguido levantarse esa mañana y el olor de la comida comenzaba a darle náuseas— Pero no pude decirle nada ¿sabes? me quedé en blanco.

NO! (JiYoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora