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               Minji bebió un trago de la limonada que acababa de prepararse y se recostó contra la repisa de las bebidas mientras sus ojos recorrían todas las mesas del casi desierto Orange. Suspiró mirando el reloj en la brillante pantalla de su celular: 23:47. Sintió su cuerpo relajarse. Era fin de semana, pero, afortunadamente —o no—, sabía que sería una jornada tranquila. Un gran evento con DJ en vivo se estaba celebrando en uno de los clubes más grandes de la zona y eso le daba la certeza de que el flujo de clientes estaría enfocado en otro sitio y el movimiento sería más bien poco, casi nulo. No le molestaba, al contrario, le alegraba un poco, sabía que, en cualquier momento, la persona en la cual había estado pensando desde la noche anterior, atravesaría la puerta y podrían pasar un buen rato juntas.

Minji era una mujer simple una vez que se permitía sentir y, con Yoohyeon, era exactamente eso lo que estaba haciendo. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había sentido algo así por alguien que le costaba no dejarse llevar y, aunque sabía que todo podría salir mal. Era un riesgo que estaba dispuesta a correr, las cosas aún no estaban demasiado claras entre las dos y, si era sincera consigo misma, tampoco entendía demasiado bien lo que quería. Dejar que las cosas sigan su curso parecía ser la opción más factible para ella.

—Buenas noches.

Una delgada mujer de traje gris la devolvió a la realidad. El sabor más dulce que ácido de la limonada en su boca y la canción de acordes ligeros que ambientaba el bar en ese momento le dejaron una sensación extraña mientras analizaba discretamente a su clienta.

—Buenas noches —saludó con una sonrisa— ¿Qué le sirvo?

La mujer la miró, inexpresiva, notó cierto dejo de desconfianza en la barista tras su silencio —Ron blanco, por favor— pidió al fin.

Minji asintió y le dio la espalda, buscó entre las botellas. Ron blanco no era una bebida que utilizara en tragos con regularidad, ni tampoco era una de esas que solían pedirse para beber en una noche de fiesta o en una salida con amigos, en su opinión —muy especializada, por cierto— era ese tipo de bebidas que disfrutas en compañía de un buen libro o alguna película de cine independiente. Era un poco exótica, por lo menos para su criterio.

Encontró la botella detrás de todo, casi chocando con el espejo del fondo, una delgada película de polvo opacaba su cristal. La tomó y rápidamente limpió el pico decorado por un elegante embellecedor negro mate y, luego de colocar mucho hielo en un vaso ancho, sirvió la bebida transparente haciendo un poco de espectáculo con la caída. Colocó media rueda de limón contra una de las paredes del vaso y lo deslizó en frente de la mujer.

—Que lo disfrute —dijo con profesionalismo.

La mujer agradeció con una sonrisa y dio un largo trago a su bebida con los ojos aún fijos en Minji quien lo notó de inmediato. No podía evitar sacar sus propias conclusiones con lo poco que veía de ella, había algo que llamaba su atención, era como si quisiera decir algo y no encontrara las palabras. Contrastaba bastante con su apariencia de mujer de negocios: llevaba su traje cuidadosamente planchado, una camisa negra, cuya tela abrillantada se veía costosa, se dejaba ver por debajo de un chaleco a juego. Tenía una corbata del mismo color y un reloj igual de caro relucía en su muñeca izquierda. Su cabello era corto castaño y sus gafas redondas decoradas con una cadena dorada que rosaba apenas con sus hombros le daban un toque de elegancia único. No era para nada el tipo de clientes que frecuentaban el Orange.

Prefirió no darle mayor importancia y volvió a recostarse en la barra, esperando a que otro cliente la llamara o que cierta chica de cabello plateado se acercara a pedirle un orgasmo en pleno horario laboral. Pronto sus labios comenzaron a moverse al ritmo de la canción que sonaba. La guitarra suave hacía que, su cabeza se moviera casi en automático y, aunque muy despacio, comenzó a cantar:

NO! (JiYoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora