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              Los ojos de Yoohyeon miraron por milésima vez hacia la cama donde un enorme bulto de suaves mantas cubría el cuerpo aún tembloroso de la barista del Orange. Yoohyeon suspiró cansada, sus ojos ardían por la falta de sueño y una sonrisa falsa se apretó en sus labios. Jamás podría haberse imaginado cuidando de alguien con la dedicación con la que lo hacía con Minji. Sí, estaba agotada, pero su pecho estaba lleno de orgullo y agradecimiento porque esa bonita barista le permitiera estar a su lado.

La noche había sido por demás complicada, luego de pasar la tarde abrazadas en el sofá habían caminado apenas unas cuantas manzanas en busca de un lugar para cenar y, en mitad de la comida, tan repentino como la llovizna que había comenzado a caer del cielo, Minji empezó a sentirse mal, su piel se tornó pálida, grisácea y sus labios perdieron ese tono rojo que los caracterizaba. Al principio solo fueron unos cuantos escalofríos, pero pronto se convirtieron en incontrolables temblores y gruesas gotas de sudor helado comenzaron a bañar su frente, bajaban por la línea de su espalda y humedecían toda su ropa.

La cena terminó temprano a pesar de la insistencia de Minji por quedarse un poco más. Fue esa misma insistencia lo que desencadenó una pequeña discusión entre ambas.

—Iremos a urgencias —dijo Yoohyeon inquieta, preocupada. Miraba por encima de su hombro como si haciendo aquello el taxi llegaría más rápido.

—No linda, estaré bien —contestó Minji con dificultad, aunque una pequeña sonrisa iluminaba su rostro, ella parecía tomárselo con humor, pero los brazos de su novia la rodeaban firmes en un gesto que podía verse protector pero que solo buscaba transmitirle un poco de calor y brindarle algo de abrigo.

—Iremos —repitió con todo firme, serio.

Para ella la decisión ya había sido tomada, pero para Minji las cosas serían diferentes. Se liberó de los brazos de Yoohyeon y se puso frente a ella, el corazón le palpitaba con fuerza y la fiebre la hacía sentir caliente, pero sabía que, de no ser por eso, el enojo que la invadía la haría sentir igual de acalorada.

—Tú no tienes voz en esto, Yoohyeon —sentenció la barista con voz ronca.

Yoohyeon se giró hacia ella con los ojos abiertos por completo y sus labios temblaron ante esa repentina mala reacción de Minji.

—Pero Bunny... —intentó hacerla cambiar de opinión y abrazarla de nuevo, pero ella no se lo permitió.

—¡No! —levantó la voz más de lo que en realidad había querido, simplemente no pudo controlarlo. Su mandíbula temblorosa se puso tensa y sus puños se apretaron mientras sus ojos se fijaban directamente en el rostro sorprendido de su novia. No sabía muy bien por qué había reaccionado tan mal, se conocía mejor que nadie y era consciente de que esa no era una reacción muy propia de ella, no quería hacer una escena, pero no pudo controlarlo— Llevo años con toda esta mierda y sé muy bien cómo manejarlo —continuó— no necesito que nadie me cuide... mucho menos tú.

El cuerpo de Yoohyeon se paralizó al oírla. Minji no había dicho nada malo realmente, sin embargo, aquella brusca respuesta se sintió como un pinchazo en el centro de su pecho. Retrocedió unos cuantos pasos y se alejó de la calle en silencio, sentía la necesidad de huir, correr lejos de ahí y olvidar lo que acababa de pasar, pero se mantuvo firme en su sitio, ya no quería ser la Yoohyeon que se escapaba, bebía y buscaba refugio en el cuerpo de otras personas cada vez que algo la incomodaba o la hacía sentir herida. No, ya no quería ser esa.

Permitió que el sonido de la lluvia golpeando la lona la relajara mientras veía a la temblorosa barista apenas a unos metros de ella, le daba la espalda y se abrazaba a sí misma en busca de un poco más de calor. Yoohyeon tomó una gran bocanada de ese frío aire de lluvia y caminó hacia ella.

NO! (JiYoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora