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            El sol de verdad le picaba en la espalda, también en la parte trasera del cuello. En sus audífonos, Guns N' Roses la aislaba completamente de todo sonido del parque y en sus pies, un ligero ardor empezaba a incomodarla, aun así, no podía parar.

Por las mañanas, para Yoohyeon era normal el trote; había empezado de a poco, la primera vez no duró más de quince minutos entre trote y caminata apresurada. Su segunda salida no fue mejor, al contrario, su cuerpo dolía, los músculos de sus piernas —desacostumbrados al ejercicio fuerte— no tuvieron suficiente descanso durante la noche y la torturaron a cada paso. Pasado el cuarto día el dolor pasó a ser una sensación extraña, un hormigueo ligero que tenía cierto encanto y luego, los quince minutos se volvieron veinte, después treinta y apenas un mes después, no podía conformarse con menos de tres cuartos de hora. Sin embargo, ahora estaba corriendo. El trote no era suficiente para despejarse de todo lo que daba vueltas en su mente:


"¿Por qué no nos mudamos juntas?"


Sacudió la cabeza y apresuró la marcha todavía más. El aire fresco de la mañana chocaba con su piel empapada en sudor y un roce helado la acariciaba por encima de todo ese calor, pero para ella no bastaba.

—¡¿Por qué no puedo decir que sí y ya?! —se quejó en voz alta, sin importarle la gente del parque.

En realidad, no pensó en una respuesta sino hasta que estuvo en el parque. Cuando Minji se lo preguntó su cabeza se convirtió en un lienzo en blanco, aún conservaba en su boca la sensación de sus labios y su lengua moviéndose apenas, buscando palabras que su mente no le facilitaba y entonces huyó como hacía tanto no hacía. Ahora se sentía débil, incluso estúpida, estaba furiosa consigo misma porque aquel asunto de la convivencia ya había pasado por su mente antes. Realmente quería mudarse con la barista, despertar a su lado cada mañana y saber que, luego de cerrar el Orange, ambas tomarían el mismo camino.

Pero aún había dudas. ¿Dónde vivirían? ¿Sería en su apartamento o en el de Minji? Si fuera en el suyo ¿No sería más difícil para Minji llegar al bar? Y si fuera en el de ella ¿No sería demasiado pequeño para ambas? ¿Y si viviendo juntas se daban cuenta de que no eran tan buena pareja como creían? Pasar algunas noches debía de ser muy diferente a mudarse definitivamente... ¿Y si no estaban listas? Eran demasiadas preguntas que no sabía ni podría contestar hasta vivirlo. ¿Y si...?

Exhaló un gran suspiro y se detuvo en medio del angosto caminito de polvo de ladrillos en el parque, hizo algunas elongaciones, sus muslos quemaban como nunca antes, incluso más que la primera vez que salió al trote. Recuperó el aliento en lo que duraba una canción y corrió de vuelta a casa...

Poco mas de hora y media había pasado desde que salió al parque, esperaba encontrar a la barista dormida o quizá disfrutando de una humeante taza de café, pero, para su sorpresa, ella se había ido antes de lo que pensaba.

***

Handong estaba muy concentrada en las casillas en blanco de su crucigrama temático cuando dos golpes pesados sonaron en la puerta de su despacho. El entrecejo se le arrugó en automático y miró el reloj en su muñeca, aún faltaban casi veinte minutos para su próxima cita. Suspiró frustrada y le dedicó una mirada de despedida a la taza de té que había dejado entibiando justo a un lado de su lapicero.

—Adelante...

—Buenos días, Dongie —saludó desde la puerta cierta pelimorada— ¿Puedo...?

NO! (JiYoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora