Pudiste ser la flor ávida,
que creció entre hierba muerta.Pudiste discernir las distancias,
que nos separaban,
mas te embriagaste en la playa.Pudiste arreglarlo,
sin necesidad de arruinarlo,
mas puñales lanzaste
y sangre esparciste,
bostezando, impasible.Sobre hierro se forjó,
nuestra extraña conexión.
En cambio,
fuiste el ácido que rasgó
mis ojos empañados.Pudiste ser el pañuelo,
capaz de limpiar mis lágrimas,
mas sujetaste el reloj
entre tus garras
y me apuntaste con el arma.Laceraciones arañan mi alma,
y tu voz repudio, me espanta.
Una cinta me sella la boca,
y tu silueta se difunde
como el vapor de agua.Fuiste el motor
que propulsó mis inseguridades,
arrancándome trozos del pecho,
riéndote y volviendo,
como un perro con el rabo entre las patas.A lo mejor este poema te daña,
pero ¿tú pensaste si me dolería
cuando te marcharas?
¿Si tendría pesadillas
por culpa de tus sucias palabras
y tus mentiras disfrazadas?Me arrepiento
y por fin comprendo
que tus escupitajos
hablaron más
que tus labios cosidos,
por acciones falsas.•••
¿Quemarán mis escritos
cuando los leas?
•••Destinatario:
aquel diablito
disfrazado
de corderito.— Janny.
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Palabras humeantes
PoetryPalabras bonitas, como pequeños susurros del viento. Reclamaciones amargas, como mercurio en la garganta. Conjunto de pensamientos y silencios, más dolorosos, que una bofetada... Delirios de grandeza, insomnio y rarezas, conversaciones...