LIII. Pidiendo deseos

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Arropo con una mirada perdida 
los pequeños atisbos 
de las motas
quizás doradas
de un techo polvoriento,
pidiendo deseos.

Diviso la constelación
de Andrómeda
destaca entre todas
pero la de Casiopea
me habla y susurra
un casi insonoro
"no te olvides de ella..."

Enarco las cejas
y mi corazón
retumba,
drena sangre a borbotones
como gasolina
bombardeando mis aurículas, 
y llorando,
grita un "¿y si me golpea?"

La constelación de Orión
simplemente me observa
noto su desaprobación
o a lo mejor su inquietud,
y duendes se cuelgan,
columpiándose, 
en mi oreja.

—¿Otra vez aquí?
¿Por qué no te atreves a partir?
¿No sabes que esto es dañino
para ti?

—Lo sé,
sé que no debería estar aquí,
pero por favor
déjame acurrucarme
solo necesito un poco de tu amor,
para poder seguir mi camino,
intenta ser compasivo,
tengo los pies despellejados
porque siempre van descalzos.

Casiopea lagrimea,
me abraza
y me aprieta
contra su pecho,
floreado y perfumado,
me recuerda a las amapolas,
me teletransporta
y solo puedo ver
como todo tu ser
me araña
y esputa en la cara.

—Comprendo tu sufrimiento,
pero me duele verte arrodillada
suplicando
por volver a un pasado
un tanto endulzado
pero endemoniado,
que hace malabares
con tu corazón
y apedrea los barrotes
de tu alocado pulmón.

Levanté el mentón
y esbozando una leve sonrisa,
dije, diáfana:
—Yo comulgué todos sus pecados,
mientras él seguía tergiversando,
como un pirómano desalmado
vanidoso y desahuciado.

Todas las constelaciones
se miraron,
reflexionaron
y en sus mentes quemaron
mis palabras escupidas
y esculpidas
con la sangre
que decían portar mis arterias.

Andrómeda
que se había mantenido callada,
habla sobrepasando las murallas:
—Has sido emancipada
¿por qué todavía te sientes
como si estuvieses
siendo torturada?
¿No es más fácil ser beata?
Escucha a los estoicos
y encuentra la ataraxia,
pero por favor,
no la confundas con akrasia.

•••
He sido acribillada,
acuchillada,
como el pobre de César...
traicionada,
por ecuaciones
que rondaban por el aire.
Se me colaron por las uñas,
me empañaron la psique 
y aún así,
no pude comprenderles...
no estaban bajo mi dominio
entonces
¿por qué escuecen?
•••

— Janny.

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