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Al final del día
no son los que se van,
son los que se quedan esperándote
con un paraguas
aguardando a que tu lluvia
cese,
a que tu corazón libere
los rayos y relámpagos
que desprendes,
que reprimes
con una forzada sonrisa
para evitar preguntas,
para que no se preocupen.

Aquellos que se marcharon
cuando podían haber luchado
o los que lo intentaron
pero terminaron fallando
y haciéndote más daño...

Solo déjalos ir
de nada sirve volver a un pasado
que te quita el sueño por la noche
y te deja desangrándote,
porque nadie te recoge,
y también
porque ¿para qué pensar
y romperte el cuello
al mirar un recuerdo
que no puedes cambiar?

Sé que duele
y estás sangrando a borbotones
pero ¿qué más se puede hacer?

Si pudiésemos controlar
las acciones de los demás
para que no repercutan
en nosotros y nos hagan llorar
el mundo sería más armonioso
pero el oro
también se derrite
y nosotros
solo podemos aprender a soltar
pero también a amar.

No tengas miedo
y vive el momento
porque a lo mejor mañana
no te vuelves a despertar.

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Palabras humeantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora