V. Hormigas chismosas

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Gritos internos,
aquellos que corroen
hasta el último
de los suspiros más angustiosos
y eternos.

La respiración se altera,
las palpitaciones de un corazón
demasiado expuesto
a un sentimiento volátil
y atenazante,
le deja al compás de un fino hilo
tambaleante y agonizante.

¿Logrará, desnudarse y demostrar
su carácter más afable?

¿O huirá, a unas tierras remotas,
en busca del desierto más seco,
para calmar sus vibraciones
más profundas?

Se desolla la piel,
está a unos pasos
de un nuevo universo
desconocido y maravilloso,
mas tiene miedo
y barreras se alzan,
dividiéndolos.

Flechas vuelan, la ciegan,
sangre se vuelca
entre sus manos heridas,
mas araña y rasga,
y la aplastan.

Discierne negrura en el ambiente,
todo a perdido su forma
y traga duro,
resuellos salen de su boca.

Su cabeza está difusa,
le alerta y regaña,
mas su corazón le calla,
y altos bosques frondosos
murmuran y señalan.

Da un paso al frente,
tiembla, y frunciendo el ceño,
los puños aprieta.

Como una flor marchita.
Como un alma indecisa.
Como una niña escurridiza.

Pero algo no cuadra, y se aparta,
las hormigas se sorprenden,
y ella respira, entrecortada.

—No vale la pena —murmura.
—¿Cómo así? ¿De verdad lo dudas? —Le reclaman, enojadas.

Ella aprieta la mandíbula,
pensando y negando,
mientras su corazón se convierte
en un cristal con grietas.

—No tengo coraje. —Suspira—. Y menos si ese alguien ni siquiera me mira.

La más sabia de las hormigas
se acerca,
haciendo una mueca,
le aconseja.

—Perderás la ocasión. —Inquiere, ceñuda—. Pero antes de querer bien a alguien, tienes que empezar con la persona que ves cada día en el espejo. —Se gira, y le dedica una sonrisa—. Cuando lo consigas, volverás y te lanzarás con prisas.

•••
¿Dejo en manos del destino
lo que deseo hacer
o
arranco los pétalos
de las flores
hasta que una me diga
"sí quiero"?
•••

Es tan fácil odiarse,
mirarse y no tolerarse,
escribir una lista
con todos los defectos
e ir al mercado
para comprar las virtudes
porque escaseamos de ellas.

— Janny.

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