XLI. Maemuki

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He cogido el vicio
que a la mínima de detectar
un indicio
de que alguien me quiere
hacer picadillo,
lo doy todo por perdido.

Quizá solo sean pajaritos
con heridas infectadas
debajo de las alas
y esperan
por alguien que los sane,
alguien que los cuide
y ayude
a volver a irse.

Pero yo ya no espero por nadie,
a no ser que mi corazón
me lo susurre,
a no ser que mis oídos
se hacen los sordos
y mi cerebro se entumezca
fantaseando con un final adverso,
repitiéndose "que no suceda",
que no se abra un agujero
de gusano
y volvamos al pasado.

Todo mi cuerpo está programado
y concienciado,
para hacer las maletas
viajar si es necesario
a otro universo
si es que se da el caso
en el que nos sintamos presionados.

Si es que no nos sentimos realizados,
si es que nos ponen a prueba,
si es que nos dan la oportunidad
de volver a cometer el error
o callar y dar media vuelta.

A veces es cansino,
tener que analizar tu entorno
si te conviene
o solo quiere tirarte a un río,
solo deseas estar tranquilo
pero ¿cuál es la fórmula
si estamos rodeados
de posibles asesinos?

Por tu culpa o gracias a ti
y a muchos más,
no te hagas el especial,
cambié de mentalidad,
de personalidad,
a veces me beneficia
y otras solo me apunta
con una escopeta.

A veces me siento desierta
y otras, ahogada por la marea
¿es normal o solo debo respirar?
Mis traumas son mis amigas,
les gusta juntarse conmigo
en una cafetería,
charlar sobre cómo va mi día
suelen reírse
y después abrirme las heridas,
te acostumbras a cargar con ellas
a convertirlas en tu rutina.

Se vuelven tus proteínas,
y su adrenalina
te contamina.

Hablas y le pones curitas,
al final te das cuenta,
de que solo están resentidas,
de que son sabias
y solo quieren evitar
que vuelvas a sufrir
como la protagonista
de sus mayores hazañas.

Muchas veces te gritan,
pero no es su intención romperte
aunque te claven espinas
cada que aparecen
con sus minas.

•••
¿Serías capaz
de contar
todas
tus cicatrices?
Y no hablo
de las que están
impresas en tu piel
•••

— Janny.

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