I. Susurros de una somnolienta

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Te fotografié en mis pensamientos.
Te abracé en mi delirio.
Te amé en mis sueños...

Su voz, como una cascada,
se disipa en mi cabeza,
pegándose dentro de mis carnes,
y fusionándose con mi cuerpo.

Sus manos, aterciopeladas,
a la lluvia me recuerdan,
suaves, me relajan.
O como una píldora,
liberando dopamina,
pero bajando mis defensas.

Sus ojos, penetrantes,
se impregnan en mi alma,
robándome con descaro,
mi aliento sin desamparo.

¿Te necesito? ¿Te añoro?
¿Te quiero? ¿Te ruego?

Corro entre arenas movedizas,
me succionan,
dejándome seca,
paralizada entre tinieblas.

Los párpados me pesan,
pajaritos vuelan, me rodean.
Un caballo relincha,
y una vaca me patea...

Te desnudé sin preámbulos.
Te besé apasionada,
un poco trastornada.
Te idealicé ilusionada...

¿Te espero, debajo de la luz del sol?
¿O cabalgo hacia las sombras, la niebla y los relámpagos?

He enloquecido, de llorar me abstengo, pero transparentes lágrimas enjuagan mi corazón malherido.

Te sonreí en un mundo paralelo.
Te congelé sin celos. 
Y convertimos lo nuestro...
en algo etéreo.

•••
¿Sabrás que es a ti
a quien hablo?
•••

Destinatario:
aquel querubín
de enormes alas
con plumas blancas.

— Janny.

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