Ya no solo albergaba dudas sobre Hellen, sino que también comenzaba a cuestionar a Hanna y, más recientemente, a Hillary. Mi mente estaba invadida por un torrente de interrogantes: ¿cómo podría desentrañar el misterio del asesinato? ¿Cuál sería la mejor manera de comunicar esta inquietante revelación? Era imperativo que ellas creyeran que estaban controlando mis acciones; por ello, decidí utilizar la maldita ropa blanca y hacerles pensar que era una simple pieza en su juego de ajedrez. Aunque su percepción estuviera errada, me aseguraría de mantenerme un paso adelante de ellas.
Al despertar, eran las seis y media de la mañana. Mi cuerpo estaba empapado en sudor y había experimentado escalofríos que recorrían mi piel mientras dormía. Estaba a punto de levantarme de la cama cuando un tirón repentino en mi pie me detuvo en seco. Instintivamente, me incorporé de un salto, abriendo los ojos para acostumbrarme a la luz del día, y dirigí mi mirada hacia mi pie. Allí, una soga estaba firmemente atada, y la escena resultaba aterradora: me encontraba como una mujer que había sido agredida en su sueño. Con rapidez, intenté deshacerme de la cuerda que oprimía mi pie, esforzándome por no llorar ni perder la compostura. Después de unos segundos de lucha, logré liberar mi pie, observando el enrojecimiento que había dejado la atadura. Sin perder tiempo, me dirigí rápidamente al baño, sintiéndome exhausta y con escaso deseo de enfrentar la situación con valentía.
Entonces me veo en el espejo y quedó inmóvil con el cepillo en mi boca, mirando mi reflejo en él, y sentí en mi vientre una oleada de terror que no traté de analizar. Tenía la cara cubierta con una esquís y cuando tomó una toalla pequeña con las manos temblorosas, la humedezco y la llevó a mi cara rápidamente quitando el lápiz labial:
Rojo.
Mis ojos se inundaron de lágrimas mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Con firmeza, apreté la toalla en mi mano y la pasé con fuerza por mi cara, asintiendo en silencio al ver que el labial había sido eliminado por completo, a pesar de que las lágrimas seguían deslizándose por mis mejillas.
Comenzaba a convencerme de que no estaba realmente desequilibrada y que este lugar guarda un misterio inquietante. Hay una asesina entre nosotros y estoy decidida a desentrañar la verdad desde el principio hasta el final, con todos los detalles posibles. Voy a exponerlo ante el mundo y, cuando eso ocurra, abandonaré esta maldita casa para siempre.
Me duché con rapidez y me puse lencería blanca, unos jeans del mismo tono y un suéter color hueso. Con mis pantuflas ya calzadas y el cabello peinado, me dirigí hacia el comedor para desayunar.
Descendí las escaleras sin preocuparme por el sonido de mis pasos, recorriendo la casa hasta llegar a la cocina, donde se encontraban las Miller, el señor Frédéric y una mujer rubia que estaba de espaldas. Me sentía intrigada por descubrir la identidad de aquella mujer de figura esbelta.
Hellen me observó con una sonrisa y se acercó a la mujer que estaba cortando una zanahoria, mientras que ella lucía un vestido blanco, al igual que Hillary, la mujer de espaldas estaba completamente vestida de rojo.
—Denaley, te presento a mi mejor amiga —dice Hellen. Abrazando a la mujer de espalda.
La mujer da la vuelta lentamente, la estupefacción y terror me recorren, la mujer me regala una sonrisa que se miraba falsa e insegura.
—Es un placer conocerte, Soy Hanna.
Solo me quedaba mirando con los ojos cada vez más abiertos. El terror me atenazó el estómago como si cuchillos se clavaran en él.
—El gusto es mío, Hanna. —Respondo, ella se acerca a mí y entrelazamos las manos en forma de saludo, su mano estaba helada todo me parece una pesadilla. Y tengo miedo—. Me llamo Delaney Rymer.
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H de ?
Mystery / Thriller¿Escribir la biografia de un muerto? Delaney Rymer es una escritora que está luchando contra la propuesta que le cambiaría la vida, aunque su instinto le dice que no debe escribir la biografía de la biografía de un muerto. A pesar de sus reservas...