—¡Increíble lo bien que cocinan, chicas! —exclamó Tessa al dejar su plato vacío—. Esta noche no podría ser más perfecta.
—Me alegra que te haya gustado —sonrió Hillary—. Y puede ser aún mejor, ¿no crees, madre?
—¡Tienes razón! —gritó—. Vamos a jugar, escondete o muere.
—¿Qué? —protesté.
—Es un juego que inventó Brais —sonrió Hellen—. ¡Vamos, no seas aguafiestas!
—Delaney tiene razón, a tu edad no era tan seria.
—¿De qué tipo de juego se trata? —pregunté.
—Sacaremos las cartas y quien obtenga la del cuchillo buscará a los demás —explicó Hillary mientras se acercaba a un gran armario y sacaba una caja—. Los demás deberán esconderse bien con su carta de gota de sangre.
—¿Es similar a las escondidas?
—Sí, pero aquí se llama escóndete o muere —sonríe Hellen—. Debes ocultarte muy bien y cuidar tu carta.
—¿Y si me encuentran? —pregunté.
—Mueres —responden las Miller al unísono.
—Técnicamente mueres en el juego, Dally —sonríe Tessa—. ¡Qué juego tan emocionante!
—¿No hay reglas? —preguntó con nervios.
—No, el desconocido puede hacer lo que desee con su presa.
—¡Perfecto, empecemos chicas! —grita Tess—. ¡Esto se siente como volver a la universidad!
—Mejor que eso, Tessa —responde Hellen.
A pesar de mis objeciones, aquí estábamos, todas sentadas alrededor de la mesa, mientras Hillary se mantenía de pie, sosteniendo una bolsa negra y cuatro cartas en su mano. Una de esas cartas representa al cazador, y no sabía cómo debía sentirme al respecto. Sin embargo, había un deseo profundo en mí por obtener la carta del cuchillo, un símbolo de poder y control en este inquietante juego que se había presentado ante nosotras.
La sensación de tener el control en un juego es siempre preferible a ser simplemente una marioneta, movida por los hilos del miedo. Mientras la inquietud recorría mi ser, observé a Hillary agitar la bolsa con una mezcla de emoción y temor. Luego, extendió la bolsa hacia nosotras, invitándonos a sacar una carta con los ojos cerrados. Cada una de nosotras, en un acto casi ritual, tomó su carta y la llevó a su pecho, sintiendo el peso de la incertidumbre.
Al abrir los ojos, una oleada de pánico me invadió, recorriendo cada rincón de mi cuerpo. La tensión era palpable en el aire, y mi corazón latía con fuerza. Hellen, con su carta negra que mostraba el cuchillo, se convirtió en el centro de mi atención, mientras que nosotras, las demás, sostenemos cartas blancas manchadas con gotas de sangre. En ese momento, comprendí que ella era la desconocida, la que tenía el poder de decidir mi destino, y la idea de que podría ser la que me matara me llenó de terror.
—¡Fantástico! —exclama Hellen—. Chicas, escóndanse bien, soy una excelente rastreadora.
—Y, sobre todo, cazadora.
—¡Qué emoción! —grita Tess—. Buena suerte, chicas.
—Está lloviendo, así que no podremos salir —comenta Hillary—. Hay mucho espacio en la mansión.
—Lo comprendo —susurró.
—Tienen diez minutos para esconderse —anuncia Hillary, mirándome y vendando a su madre con un pañuelo rojo.
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H de ?
Mistério / Suspense¿Escribir la biografia de un muerto? Delaney Rymer es una escritora que está luchando contra la propuesta que le cambiaría la vida, aunque su instinto le dice que no debe escribir la biografía de la biografía de un muerto. A pesar de sus reservas...