Capitulo 4.

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Habían transcurrido dos días desde el suceso relacionado con el reloj, y Hellen lo afrontó de una manera profundamente angustiante y dolorosa

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Habían transcurrido dos días desde el suceso relacionado con el reloj, y Hellen lo afrontó de una manera profundamente angustiante y dolorosa. Sin embargo, no mostró enfado hacia su hija; en lugar de eso, la abrazó y compartió su llanto con ella, mientras me encargaba de limpiar el desorden, dado que ambas no se encontraban en condiciones de hacerlo. Durante los días siguientes, no me sumergí en la lectura del diario debido a un bloqueo emocional, ya que no deseaba continuar explorando el pasado de Brais, pero, como era habitual, terminaba sentada aquí, leyendo sus páginas.

Al examinar la página del diario, se reveló que en 1979, Brais contaba con veintitrés años mientras que Hellen tenía diecinueve. Para confirmar esta información, decidí buscarla en Google, ya que no deseaba incomodar a las Miller. Me sorprendió profundamente la forma en que Brais conoció a Hellen; simplemente la besó porque le evocaba recuerdos de Hanna. Resultaba desgarrador, triste y devastador el modo en que Brais había recurrido a Hellen como un medio para sanar una herida del pasado.

 Resultaba desgarrador, triste y devastador el modo en que Brais había recurrido a Hellen como un medio para sanar una herida del pasado

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Las lágrimas brotaron de mis ojos, como si estuviera inmersa en una antigua novela romántica llena de tragedia. Sin embargo, Hellen había sido víctima de engaños de todas las formas posibles, lo que me llenaba de una profunda tristeza y culpa por conocer la verdad y no poder compartirla. Una parte de mí sentía admiración por Brais, reconociendo las contribuciones valiosas que había hecho a la sociedad, mientras que la otra parte lo despreciaba por haber traicionado a una mujer tan noble como Hellen.

Depositando el diario en mi mochila, salí de la oficina con mis pertenencias, las dejé en mi habitación y me despojé de la ropa para darme un baño. Tras una rápida ducha, mientras tomaba la toalla, un fuerte chasquido resonó en la habitación, lo que me llevó a correr hacia allí. Con el corazón acelerado, giré la manija de la puerta con rapidez, solo para encontrar la habitación completamente vacía; estaba sola, aunque mi mochila yacía en el suelo, lo que me impulsó a acercarme rápidamente a ella.

El miedo se apoderaba de mi corazón, intensificándose hasta el punto de parecer que iba a estallar. Con toda la determinación que pude reunir, me agaché para recoger la mochila. En mi torpeza, las cosas cayeron al suelo y traté de calmar mi respiración, convencida de que debía estar allí. Mi respiración se volvió más serena al encontrar el diario, lo que me brindó un alivio momentáneo en medio de la tensión.

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