🔸Hurt People🔸

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Notita: esto es un au alternativo donde Galaga sigue vivo, y es muy alternativo.

Invierno 1605, Bristol, Inglaterra.

-Debemos hablar.- dijo Arabella.

No fue muy difícil descifrar a que iba la próxima conversación. Con solo verla a los ojo supo al instante que no lo amaba como antes. Y no podía estar más acertado. Aunque eso le dolía, era parte de una realidad que no se podía ocultar más.

Los ojos de Arabella estaba rojos por contener tanto el llanto. Le dolía amar a dos hombres en diferentes intensidades, y por más que gritara que su corazón latía enloquecido por uno, era una mentira que ella misma creyó.

Si, amaba a Galaga como a ningún otro, pero lo que sentía por Hisirdoux iba más allá de un sentimiento. En silencio gritaba de alegría y su cuerpo florecía cada vez que lo veía. Cuando evocaba su nombre su sonrisa era distinta, y podría jurar que a la distancia sentía su magia, aunque esta este dormida.

Por más que lo negara, estaban destinados a ser, se pertenecían. Así lo escribieron una vez, y no lo pudieron deshacer jamás.

Antes de que pudiera decirle algo para detenerlo, tomo lo poco que tenía, y camino a la puerta. Estaba decidido, se iría sin que le dijeran las palabras más dolorosas.

-Por favor, no te puedes ir así.- dijo Arabella con voz temblorosa.

Se apresuró, y tomó su mano, en comparación con las suyas, la de Galaga estaba cálida.

-Sueltame.- pidió por lo bajo.

No la podía ver, porque eso significaría ceder a su encanto, a sus lágrimas, y pasar más tiempo ahí. Según él ya no había más nada en ese sitio que llamaba hogar.

-No, debes quedarte.- insistió.-¿A dónde irás a esta hora? Solo, bajo la nieve.

Galaga tiro de su mano para soltarse, y lo logro, sin embargo fue Arabella quien termino de rodillas en el suelo a causa del movimiento. Aunque no fue muy brusco, la bruja estaban agotada, y sentía mucho frío a causa de un excesivo uso de su magia en los últimos días.

Había estado echando una mano en aldeas aledañas con una problemática plaga, y en las últimas noches de invierno no existía fuego alguno que le diera un poco más de calor. Ni siquiera la cercanía de Galaga podía mitigar su malestar, peor aún, la distancia solo empeoraba sus sentires.

-Por favor, hace mucho frío, no quiero que te vayas.- balbuceo.-No me dejes sola de noche.

Sin embargo, su dolor solo le pudo causar pena, y por muy cruel que se le hacía, algo de satisfacción al saber que no era el único que la estaba pasando mal.

-Te daré un último consejo, pues aún me queda algo de amor hacia ti.- dijo pese a estar mintiendo.

Aún le quedaba mucho amor que dar, solo que ella nunca lo vería, y estaba seguro que casi no notaba.

-Que nadie te vea llorar por un corazón roto. Te verán como alguien débil, y no lo eres.— dijo inexpresivo.

No miro atrás, ni se dejó arrastrar por sus lágrimas, o la rasposa voz de la bruja que gritaba su nombre, se marchó con la mirada endurecida, y una oscura aura que lo cubría del frío.

Arabella se quedó en el suelo, con su rostro humedecido por las tibias lágrimas del desamor. Aquello que le bañaba la cara era lo único que le dotaba de un mínimo calor, sin embargo este se iba a medida que se secaba.

Glitter & Gold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora