|Rompiendo las reglas|

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1918, New York.

Tras insistir como nunca antes, al fin, luego de cumplir los tan deseados dieciocho años, a Olivia le concedieron ir a estudiar lejos de su familia.

Ese era su mayor deseo desde que se desenvolvió su pasión por la lectura y escritura, además que también quería enseñar. Aunque su círculo cuestionaba de donde había salido aquella ganas. Pues la joven era conocida por no hablar tanto, menos frente a un gran público.

Sus padres tenían ciertas dudas acerca de dejarla ir a la ciudad. Más que nada, era el apellido de Circe lo que más miedo causaba. Sin embargo la joven bruja, iba hacer hasta lo que más le disgustaba con tal de que la dejarán salir.

-Entonces seré Olivia Julia Casperan, mamá.- exclamó sin notar que eso podría desatar una guerra.-Quiero esto, no pueden decidir hasta lo que debo estudiar.

-Olivia, no nos puedes hablar así.- le regaño su papá.-Menos a tu madre.

Su mamá se pudo haber molestado por ser impetuosa, pero la joven había demostrado ser responsable y tenia que darle lugar a que hiciera algo mas lejos de ellos.

-Bien, puedes ir Olivia.- dijo, y se llevó la vista de ambos.-Si algo ocurre, te vuelves.

Olivia no pudo creer que su madre haya accedido. Y pese a la condición que le puso, acepto encantada sin seguir cuestionado nada.

Un mes después, y con dos maletas en manos, Olivia se mudó a una institución en la ciudad de Chicago.


Fueron cinco largos años donde la joven Casperan no paro ni un minuto. No le fue difícil adaptarse, porque eran solo cinco chicas con ella incluida.

Aprendió a gestionar sus horarios para poder aprovechar al máximo su tiempo tanto fuera como dentro de la casona; sin olvidarse de sus vacaciones, donde seguía estudiando magia con Zoe.

Se hizo muy amiga de una joven que era todo lo contrario a ella. Si Olivia era la reencarnación de la perfección Laura Clark, o solo Clark, era los males encarnados. Dónde cada dos por tres la callaban, o le hacia escribir como debía comportarse una señorita.

Una vez a la semana le escribía a su familia. Dándoles así la calma que se les fue arrebatado el día que se marchó. Circe aún no terminaba de estar tranquila, pero Hisirdoux hacia todo lo posible para apoyarla en su decisión.

Solo era cuestión de confiar, y no dejarse llevar por un libro mordido o la ruptura de uno que otro plato de porcelana.

1923, ciudad de Chicago.

El último año de estudió llegó junto con su cumpleaños número veintitrés. Estaba segura que ese grado le sería fundamental en varios sentidos, ese era su momento para definir su futuro.

O al menos una parte de este.

-Angelito.- la llamó Clark entrando al comedor.

Olivia, que se encontraba sumergida en su correspondencia, se limitó a sonreír. Aunque por dentro reía a causa de ese ridículo apodo. El cual se ganó por ser la mejor portada del grupo.

Pero no solo por ser la mejor portada es que había ganado un lugar entre sus maestras. Ella había logrado conquistarlas con su perfecta letra cursiva, una intachable puntualidad, y el manejo de diferentes idiomas. Sin olvidar, un gran pulso, lectura y redacción envidiada.

Olivia fue hasta el momento el orgulloso de la casa. La de tímida sonrisa, y dulce labia. Quién nunca rompería una regla.

Y todo eso, aunque llamaba la atención correcta, solo era un feroz método para mantenerse controlada. Pues sabía que con la más mínima exaltación, sus ojos brillarian dejando al descubierto su identidad. Y estaba segura que una mala noticia desataría un caos color plata.

Glitter & Gold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora