🏳️‍🌈Besame mucho🏳️‍🌈

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Brooklyn, 1961

Despertó con la luz del sol. No sé molestaba en correr las cortinas durante la noche, porque si algo amaba mucho, al menos lo comenzó a apreciar más desde que salió de debajo de la tierra, era despertar con la dulce caricia de la mañana en su cara.

Sin salir de debajo de los gruesos acolchados, se estiró, tocando todo a su alrededor con las manos. Las paso por el suave pelaje de la gata blanca que dormía a un lado, y con la otra llegó a la radio que reposaba en la mesa de luz. Sin ver lo que hacia, la encendió, y sonrió ante la melodía de alguna canción.

Hacía ya un año que su rutina era así, viviendo en aquel hotel, de manera indefinida. Le gustaba oir la radio, mientras buscaba que actividad hacer, o mientras se cambiaba frente al gran espejo que pidió instalar, o cuando se daba sus largos baños de espuma.

Arabella buscaba compensar esos años de encierro en un corto periodo de tiempo. Creyendo que las veinticuatro horas, los siete días de la semana, los treinta del mes o los 365 del año no le iba a alcanzar para nada.

—¿Puedes comer un poco menos apurada? —pregunto la felina—. Pareces una bestia.

—Es que quiero ir a pasear —respondio llevandose una tostada—. Y comprar un vestido que vi.

Al terminar de masticar, tomo la taza de café y le dio un sorbo a la misma velocidad.

—Mary Quant lanzó unas minis faldas que amaría usar —añadio.

—O, podría ir a ver a alguien —le sugirió—. Vamos, hace un año que saliste en libertad y no le has dicho a nadie.

—No, no quiero.

Dejo la tostadas, se cruzó de brazos, y tiró la cabeza hacia atrás, haciendo un berrinche silencioso como si fuera una niña pequeña.

—Puedes ir por Zoe —insistió—. Por momentos, es mejor que ir por Douxie o Circe ¿No crees? Y así, ella te puede acompañar al cementerio.

Tras eso último, Arabella se puso de pie de inmediato. Cómo si le hubiese dado la peor de las ideas (que para ella así era) o dicho la peor palabra de todas.

Y es que desde hacía varias décadas que no pisaba un cementerio. Tras la muerte de Galaga lo hacía una vez a la semana, y luego una vez al mes. Y así por año, hasta que no pudo más con el dolor que le ocasionaba tener que ir hasta ese lúgubre lugar, y que cada año que pasaba se hacía aún más profundo.

—Que tal si no —dijo.

—Dijiste que lo harías, no seas chiquilina —insistió White—. Busca a Zoe y que ella te acompañe —ordeno.

Arabella inflo las mejillas, conteniendo el aire, hasta que lo soltó, y termino por ser convencida por su familiar.

No quería dejar ese cuarto hotel, donde, y gracias a su encantadora magia, vivía gratis. Ahí era tan cómodo, y quiénes sabían de su existencia tan amables. Antes de marcharse, mando a White a buscar donde estaba Zoe, y cuando supo, fue tras ella.

Por suerte estaba en la ciudad de New York, y cuando viajo con una mensajera, lo que está magia le provocaba no tuvo más percance que un simple mareo.

Glitter & Gold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora