|Two Barbie girl|

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El cine para Arabella fue el invento que la ayudo a escapar de la realidad la cantidad de tiempo que durara lo que se estaba transmitiendo. Desde esos primero y cortos minutos, tan grises y pintorescos, hasta las horas ruidosas y coloridas, no había elemento alguno que le hiciera pensar que una sala con una pantalla era lo peor que creo la humanidad. Se topo con otra manera de hacer magia, una que la tenía maravillada.  

 Claro que con el correr de los  tiempos, cada cinta tenía su encanto, hasta que dejo de encontrarlo, y se alejo. Iba cuando estaba mal, y solo la soledad de una sala vacía a media noche le podía sacar una sonrisa, o muchas mas lagrimas. O cuando necesitaba la compañía de desconocidos, se podía internar en al menos tres funciones. 

 Así se convirtió en su vía libre, su escapatoria. No era mas una bruja, o una mesera, o la panadera de algún lugar lejano. No, ella era una mas. La espectadora de otras historias, sin la necesidad de verse envuelta en ellas, al menos de forma directa.

  Hoy en día, ya no escapaba de nada, e ir al cine volvía a ser el gran placer de viejos tiempos. Otra vez esa magia hecha por humanos. Y ese día en particular, ir a un estreno era mas por ser una fiel seguidora de lo que se iba proyectar, que por ser una cinéfila de las mas antiguas. 

 A causa del embarazo, y la misma fragilidad de su mente, no recordaba con exactitud si le dijo a Hisirdoux de ir al cine, o siquiera sacar las entradas. Amaneció con que si lo había hecho, y eso la ponía de aun mejor humor. 

—Buenos días —canturreo a la par que estiraba los brazos. 

 Al instante, Hisirdoux se volvió a acostar a su lado, y la saludo con un beso en la mejilla. 

—¿Qué hacías? —pregunto Arabella. 

—Me quedo un minuto mirando a la nada, hasta que terminara de despertar —respondió, tratando de sonar serio—. Por suerte el sonido de tu voz me rescato de la nada en la que estaba sumergido.  

—Amor, eres un tonto. 

—Por suerte, estar muy aferrada a este tonto, y no te queda otra que aguatar sus tonterías —dijo, y le dio un rápido beso en la boca—. ¿Cómo te sientes hoy? Se que anoche dormiste muy bien. 

 Con cuidado, y algo de ayuda por parte de su esposo, se sentó. Aprecio en silencio, la pequeña barriga que iba creciendo, aunque según ella no lo suficiente. Aun así, siendo un bulto apenas perceptible, no podía dejar de adorarla. Y cada vez que le prestaba mas y mas atención, suspiraba tan emocionada como satisfecha. 

—Bien —dijo, y dio una sonrisa—. Nada de que preocuparse. 

—Me alegro por eso —dijo Hisirdoux con la misma calma de ella. 

 Se puso de pie, estirando los brazos hacía el techo, y lanzando uno que otro quejido. Luego de aquel ritual, que Arabella no dejaba de ver y apreciar como cada mañana, volteo hacia ella. 

—¿Qué harás hoy? —le pregunto.

—¿Disculpa?

—Si, hoy no estaré en todo el día, y quería saber si tenías pensado algo —dijo tranquilo. 

 Arabella lo vio fijo, y frunció la boca a la par que alzaba la ceja. Solo esperaba que dijera que era una broma, y que no podía volver atrás con respecto a un hijo y el matrimonio. 

—¿Bella? —la llamo. 

—Se supone que hoy iríamos al cine —dijo Arabella y se cruzo de brazos—. Hisirdoux, te dije que ...

—No, te detengo —exclamo—. No, no que yo recuerde —dijo detenidamente. 

 Arabella pestañeo un par de veces, y lo vio con sorpresa. 

Glitter & Gold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora