|Un viejo hechicero y una joven bruja|

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Olivia se mudó a la ciudad de New Jersey. No era exactamente el sitio que más le gustaba, pero allí estaba la universidad que había elegido para continuar con literatura. Hacía todo lo posible para convencerse de que era un un buen sitio para vivir. Y para eso hacía hasta el hechizo más tonto con tal de no oír el sonido de la ciudad, y así no huir aturdida.

Vivía con una compañera de clases, que también era bruja, y no la más simpática que tuvo el placer de conocer. La ventaja es que pagaba a tiempo su parte del alquiler, era callada, y pasaba desapercibida cuando así lo deseaba. Pero cuando no, era capaz de hacer ladrar hasta los perros de los vecinos más distantes.

—No lo creo.— murmuró, y puso una almohada en su cabeza ante un fuerte chillido.

Aún pensaban en la propuesta de John. Su mejor amigo le dio la oportunidad de irse a vivir con él, y estudiar en New York la misma carrera.

Sin embargo, algo, más bien, alguien le hizo pausar la desición de irse de una ciudad ruidosa a otra no tanto.

Iba de salida junto con su compañera, cuando está abrió la puerta y vio a un extraño hombre parada allí. Rosalina lo vio detenidamente, y frunció el ceño de inmediato.

—Uhg, señor la feria renacentista queda así el otro lado.— dijo.

Al escucharla, Olivia corrió espantada por el comentario. Su compañera no era simpática y no tenía problemas en demostrarlo.

—Ross, ya te dije que …— se detuvo y vio lo mismo que ella.—Señor ¿Se le ofrece algo?

El extraño hombre de armadura plateada, y cabellos canosos, dio un paso al frente. Rosalina se hizo a un lado, y prefirió irse cuando el caballero puso su atención en Olivia.

—Para tener sus apellidos, eres bastante diferente.— dijo.

Tomo una de sus mano, y la inspeccionó, poniendo nerviosa a la joven bruja.

—¿Disculpe?— retiró su mano.

—Merlín de Ambrosía.— se presento.

Los ojos de la joven bruja brillaron de inmediato al oír aquel nombre. Y como si fuese Hisirdoux o Circe, la emoción de por fin conocerlo la cubrió por completo. Ante esta, quedó estática.

Saliendo de la parálisis del momento, tomo la mano, y estrecho con fuerza.

—Es un gusto.— exclamó.—Mamá y papá me han hablado tanto de usted, que no me creo que este aquí.— freno, y sonrió.—Justo en la entrada de mí apestoso departamento.

Lo hizo entrar, y sin soltar su mano lo paseo por todo el departamento. Le enseñó cada esquina, y hablo con presura y sin trabarse de todo lo que se le pudo haber ocurrido en ese momento. Desde el primer recuerdo con una familia mágica, hasta eso que parecía un extraño misterio sin resolver.

—Esto es tanto para mí.— dijo.—Nunca imaginé que podría conocer a un abuelo.

—¿Cómo dices?

—Es que, mí familia es pequeña, y descabellada.— respondió sin dejar de lado la sonrisa.—Y es tan lindo saber que pueden caber más de los que somos.

Merlín la vio con atención. No tuvo que preguntar demasiado para saber que clase de magia manejaba Olivia. Aquel destello en sus ojos delató de inmediato que está podía ver el futuro o tener visiones entre sueños.

Glitter & Gold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora