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La vida es cruel para aquellos que no saben a que lugar pertenecen, por eso la vida había sido tan mala con ella, Yui era solo una niña que le gustaban las flores, no había hecho nada malo, entonces, ¿por qué la qué siempre tenia que pagar los platos rotos era ella? Estaba bastante segura de que todos siempre serian así con ella, hasta el suceso del espejo, la pelirroja jamás había sentido tanta tristeza junta hasta el día en que tuvo que decidir entre su mundo y el de ellos, ella sentía que su labor estaba hecha, pero aun así, no quería dejar la vida que alguna vez la hizo feliz, su hermano. Así que, tomando todos sus sentimientos, se los expreso a ellos, entendiendo que la familia siempre sería primero...
Las coronas de flores siempre habían sido las favoritas de Yui, en este momento, una cubría la mayor parte de su pelo, haciéndola sentir bonita, suspiro, para después sentir la mano helada de él sobre su mejilla, este le miro con una profunda tristeza en sus ojos, pero él mejor que nadie entendía lo duro que es acostumbrarte a la pérdida de alguien, Yui tomo su mano, para después abrazarlo, tan fuerte que sus pies comenzaron a rozar el suelo, por su mucha diferencia de altura, no pudo contener sus lágrimas, luego de unos segundos, el amarillo se volvió a topar con el color agua, una combinación inusual, pero que era posible.
— Sabes que no importa que un objeto inanimado nos separe, yo siempre te escogere a ti, no importa el mundo, la realidad o el tiempo. —Recito tomando sus manos, el chico suspiro, mordiéndose la lengua, sentía un nudo horrible en la garganta y el estómago se le revolvía, queriendo devolver hasta la comida de la semana pasada.
—El rojo y el azul... Estarán siempre destinados.. —Respondió, a lo que Yui salto de nuevo a abrazarlo, tomando su gorra, se la puso en la cabeza, dándole un poco de discreción al beso qué le puso en los labios, enredando entre sus manos sus cabellos, ambos se quedaron en silencio al separarse, Yui dio media vuelta al sentir el golpe de su grande bestia en la cabeza, la castaña lo tomo entre sus brazos y lo elevo al aire.
— Yui siempre amara a Grimm, jamás me olvidaría de tan linda criatura. —Limpiándole de apoco las lágrimas qué se desbordaban de los ojos de su bestia, Yui le beso la frente, la bestia le sonrió al ver su calmada cara una última vez, Grimm se metió entre los brazos de la castaña sintiendo su calor, aunque su momento fue interrumpido por la voz del director, Yui no tenía tiempo para su enojo, así que solo asintió, dejando en los hombros de Ace a su bestia los miro con dulzura, para después tomar la mano del director, y de un salto estando a pocos centímetros del espejo, la chica se volteo, haciendo una reverencia. —¡Gracias por todo, no olviden ser buenos chicos! —Grito, para después volver a enderezarse, viendo los caras llenas de lagrimas de sus compañeros, la de aquel al qué ama estaba más deprimida qué la del resto, suspiro, dando la vuelta, metió de apoco sus dedos.
