5 || Cuidar y Esconderse: Pt 1

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"Quiero permitirme amar, pero quiero que seas tú, quien logre ver mi vulnerabilidad.
Ya no sé qué es lo que siento al ver el libro de color, pero quiero verlo a diario, a pesar del visual horror."

-       ¡Wends, despierta! – la chica seguía sin dar señales de vida - ¡Vamos Wednesday, no me puedes dejar sola! – decía una alterada rubia mientras las lágrimas recorrían su rostro.

Enid tenía toda su atención puesta en Wednesday, sus ojos no podían ver a otro lado que no fuera ese pálido rostro, sus brazos envolvían y trataban de parar la pequeña hemorragia del ensangrentado cuerpo, y sus lágrimas eran totalmente provocadas por no ver a la monocromática bien.

No había nada que cambiara eso, nada que la separara de la morena, pero fue hasta que la loba escuchó algo, más específicamente, personas acercándose. Enid no tenía la menor idea de que hacer, puesto que todo apuntaba a que la asesina de la hija mayor de Morticia y Gomez, había sido la rubia. Para suerte de la chica, las voces y los pasos se escuchaban ligeramente lejos, gracias a sus sentidos, logró percibirlos antes de que sea demasiado tarde.

Tampoco contaba con mucho tiempo, puesto que no le daría tiempo de correr lo suficientemente lejos del lugar, ordenar todo, ocultar la evidencia y cargar a la pelinegra, no al mismo tiempo, al menos no siendo Enid. Podrá tener los sentidos y las habilidades para ser una asesina, pero es todo menos eso.

Rápidamente, Enid metió la ensangrentada daga en una de sus dos mochilas, para posteriormente, hacer un plan.

Primero, metió la pequeña mochila de Wednesday y todo lo que esta guardaba, en la misma mochila donde guardó la daga.
Segundo, escondió su otra mochila dentro los arbustos que se encontraban a los alrededores, esto no fue algo al azar, sino que escogió unos arbustos que contenían algunas flores que se camuflaban con el color de la mochila, rosa pastel.
Tercero, intentó arreglar lo más que pudo todo lo que habían puesto para el ritual; quitó el tronco, tapó el agujero con más tierra, y pateó el círculo hecho de trozos de madera y flores.
Por último, se puso la mochila en su espalda, en sus brazos envolvió a la morena para cargarla, para ahora sí, salir del lugar, pero tal vez Enid se había tardado más tiempo del que tenía disponible.

-       ¿Escuchaste eso? – una voz masculina preguntaba – sonó como alguien corriendo.

-       Tu ve por ese lado – agregaba otra voz masculina, señalando la parte de los arbustos.

Dos hombres eran los que estaban merodeando por el extenso y frío bosque, dos hombres a los que la rubia logró evadir. Uno, con barba, de piel morena y muy alto; el segundo, de menor estatura, de piel blanca y más joven que el otro. Ambos contaban con algo en común, ya que ambos llevaban ese particular traje y corbata de tonos fosforescentes.

Dos hombres que, inmediatamente reconoció la lobita, pero no tenía sentido alguno que estuvieran en Nevermore, puesto que eran los dos hombres que vigilaban las puertas de WOA el día de su cumpleaños.

No podía permitirse y darse el lujo de preguntarse qué es lo que hacían ahí, así que, la chica, quien cargaba en sus brazos a la monocromática y en su espalda la mochila, logró subir a uno de los árboles más cercanos que, para su suerte, no era tan alto y contaba con muchas hojas para que no lograran ser vistas, aunque eso sí, este, estaba totalmente mojado.

Pasaron un poco más de 25 minutos en los que la rubia seguía esperando a que ambos hombres se alejaran del lugar, 25 minutos en los cuales, tuvo que aguantar la pesada mochila en su espalda, y a la no tan pesada pelinegra. A esta, la colocó a modo de que no fuera tan incómodo y pesado; primero, se colocó en una gran rama que aguantara el peso de ambas, para posteriormente, pasar a sentar a la chica en sus piernas, mientras sus brazos rodeaban la cintura para que no cayera, así como la cabeza la recostó en su pecho.

The Sun & The Moon • Wenclair •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora