𖥔 Rumor ── soohua ╱ minyeon.

29. lo bueno y lo malo

Desde hacía unos cuantos años, Shuhua se había prometido a sí misma no generar apego por aquellas personas que potencialmente iban a lastimarla. Y para ella, todos querrían lastimarla. Incluso si se trataba de su padre, de sus medio hermanos, o de la psicóloga que se ganaba millones a cambio de intentar comprenderla; Shuhua no iba a confiar en nadie.

Era por eso que el papel de Minghao era tan importante en su vida, al menos a los ojos del padre de la taiwanesa.

Cuando ella recién llegaba, y pasaba horas en completo silencio mirando a través de la ventana de la sala de estar, Luhan se cuestionaba si alguna vez comprendería lo que le sucedía. Aquella vez que la familia Xu visitó su residencia para invitarlos al cumpleaños de la pequeña Yuqi, y vió por primera vez en su vida a Shuhua mostrar interés en alguien, pensó que tenía la respuesta frente a sus ojos.

No lo había dicho, y tampoco lo había demostrado. Pero la manera en que prestaba especial atención a la conversación provocó que intentara empujar a su hija a cuestionar, como sabía que quería hacerlo. Días antes, ya la había visto analizar al muchacho cuando cruzaba frente a su residencia.

Pero, ¿por qué?

Jamás iba a comprenderlo. Tampoco quería, ni necesitaba hacerlo. Le bastaba con saber que existía la posibilidad de que su hija hiciera al menos un amigo. ¿Quién mejor que él, para ser la primera persona que le hablara en Corea? Ambos podrían comunicarse en chino sin problema, y parecían compartir gustos. O al menos unos pocos de ellos.

— ¿Cómo lo conociste?

Soojin se preguntaba cómo habían llegado a confiar el uno en el otro de aquella manera. Shuhua era tan cerrada como un candado, pero él parecía conocer con lujo de detalles todo lo que rondaba en su cabeza. Su fascinación por Minghao incrementaba cuando pensaba en que había algo que sólo él tenía que hacía a Shuhua ser tan diferente con él.

— ¿Eh?

Cuando llegó por primera vez a la casa de Jongin, no sabía que tenía una hermana. O medio hermana, como él insistía en llamarla. Cuando le preguntó cómo funcionaba realmente su parentesco, Jongin se negó a elaborar. Y tuvo que esperar más de un mes desde que visitó su hogar por primera vez para averiguar qué había sucedido realmente en su familia.

No era tan confuso como había pensado en un principio. Pero la razón por la que Jongin evadía las explicaciones, sí que era confusa.

Su padre había fallecido por una enfermedad terminal, y luego de unos años de duelo, la mujer había conocido a Luhan. Eventualmente, ambos se casaron, y a Jongin realmente le agradaba el mayor. Luhan era divertido y amable. Tenía el suficiente dinero para que su madre dejara de preocuparse por el futuro y por lo general hacía fiestas de navidad memorables.

Un día, repentinamente, Luhan había salido con prisa sin dar explicaciones, y su madre no le había querido decir la razón detrás de su desaparición. Dos semanas después, Shuhua estaba en casa y se había comenzado a llevar toda la atención de la familia entera.

Era la hija de Luhan. No tenía razones para odiarla, tenía tres años menos que él y apenas le dirigía una mirada. Jongin creía que, ahora que tenía una hermana menor, podría compartir sus actividades favoritas con ella y pasaría tardes más entretenidas.

Sin embargo, y en contra de sus expectativas, Shuhua jamás le había hablado. Se negaba si quiera a mirarlo y, en lugar de hacer de sus tardes memorables, se había llevado todo el cariño de Luhan, y también el de su propia madre. Todo lo que se hablaba en casa era Shuhua, y lo mucho que ansiaban que ella se sintiera mejor.

Jongin dijo que no sabía qué tenía, y que no le importaba, ni quería saberlo. Pero Soojin había sospechado que más que desagrado, sentía resentimiento.