𖥔 Rumor ── soohua ╱ minyeon.

17. un golpe de realidad en un mundo de imaginación

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— Lo que más me gusta a mí no suele ser lo que te gusta a ti —masculló, golpeando con gracia el lapicero de tinta color violeta que se encontraba entre sus dedos—. Probablemente, el color violeta que tanto me gusta sea el celeste que más te apasiona

— Eso no tiene sentido. También me gusta el violeta

Ambos se quedaron en silencio. Sus ojos observándose fijamente, mientras las acciones de la muchacha de piel porcelana se detenían.

— El acónito es venenoso

— Y las rosas tienen espinas

— Eso no hace que sean menos bonitas

— Tampoco hace al acónito feo

— A mí me gustan las margaritas

— Entonces tendré que comenzar a dibujar tulipanes

Minghao soltó una carcajada, y la chica pelinegra le lanzó una de las almohadas del sofá mientras sonreía levemente.

— Si voy a Sudáfrica probablemente quieras ir a Norteamérica

— No, eso no tiene sentido, Hao. A donde vayas, entonces iré también

Shuhua se burlaba de los románticos, pero ella, ciertamente, era tal y como ellos.

— Eso es lo que crees

— Es más bonito así

La muchacha nacida en Taiwán regresó su mirada al cuaderno sobre la pequeña mesa de centro, no sin antes levantarse para tomar otra almohada y ponerla sobre sus piernas. El mayor de los dos regresó su mirada a su celular, escribiendo en el mismo con rapidez y dispuesto a quedarse en silencio por al menos unos segundos, antes de que su amiga creyera necesario comenzar otra discusión.

Hasta que ambos lo escucharon.

— ¿Crees que esté en casa?

Fue aquella voz. Su voz. Y aunque ambos levantaron la mirada para verse algo confundidos, fue por diferentes razones.

Shuhua tenía miedo, Minghao tan solo estaba confundido.

— ¿Qué sucede? —pronunció el chino, frunciendo las cejas al ver la expresión que su amiga le dedicó.

La pelinegra se puso de pie de un salto, y el otro la imitó aún con confusión, y aunque no tenía idea de qué estaba sucediendo, se quedó en silencio a la espera de una explicación.

— ¿Yeh Shuhua? —murmuró el muchacho, observándola fijamente. Shuhua le observa, horrorizada, para después dar un salto en dirección al más alto.

— ¡Shh! —sisea la menor, colocando su dedo índice en los labios del contrario mientras observaba alrededor con nerviosismo.

Entonces, los pasos se dejaron escuchar. Eran varias personas, todas se dirigían probablemente a ese lugar.

Shuhua tenía miedo.

La más bajita tomó la muñeca derecha del mayor, jalándole hasta las escaleras para subir con toda la prisa del mundo, como si les estuvieran persiguiendo. Su agarre era tenso, y su respiración agitada. Había algo en Shuhua en ese instante que estaba preocupándolo a él, pero realmente no tenía idea de por qué.