𖥔 Rumor ── soohua ╱ minyeon.

07. ganador y perdedor.

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Minghao tomó asiento en el lugar vacío en aquella mesa, dejando caer su mochila al suelo despreocupadamente,  mientras sostenía el puente de su nariz, intentando calmar el estrés que comenzaba a acumularse en su cabeza. 

— Hey, ¿qué sucede? ¿Acaso no funcionó tu obra de caridad ésta vez? 

— No es caridad —murmuró el muchacho, intentando ignorarlo. 

Jongin alzó una ceja, cruzándose de brazos para mirar fijamente al menor.

— ¿No es caridad? ¿Por qué otra razón te acercarías a ese dúo de patéticas, si no es caridad? ¿O acaso simplemente quieres una distracción para no tener que estar siempre sobre Nayeon? Porque, Dios, si es la segunda te entiendo perfectamente. ¿Cómo soportarla?

La muchacha pelinegra sentada a un lado de Minghao relamió sus labios, palmeando con suavidad su espalda con intenciones de que no le prestara atención al mayor. 

— ¿No tienes nada mejor que hacer que denigrar mujeres? No, más bien, Jongin, ¿tú no te cansas de decir tantas estupideces? Vamos, dale algo de uso a tu cerebro, debe ser difícil haber pasado alrededor de veinte años sin pensar una sola vez.

— Para tu información, mi cerebro trabaja mucho más que el tuyo; imagínate sentirse superior por salir con la tipa más fácil de la ciudad

— Si tu cerebro trabaja mucho diciendo tonterías, entonces realmente debes estar cansado, hoy has dicho más de lo normal 

— ¿Te sientes superior por, de alguna manera, ganar exámenes de matemáticas? —Soojin analizó el rostro de su novio, con algo de confusión. ¿Qué había provocado exactamente aquella pelea?—, Déjame decirte que el hecho de que mi estúpida hermana te tenga cariño no va a detenerme de romperte la nariz y acomodar tu rostro desaliñado 

Todos los presentes se encontraban en silencio, escuchando atentamente la discusión entre aquel par que solía suceder cada cierto tiempo y sin razones aparentes. 

Había algo que siempre provocaba a Jongin lo suficiente como para querer iniciar una discusión con Minghao. Y el chino jamás se quedaba callado cuando sabía que podía decir lo más simple y podría dejar al contrario como un completo idiota.

— Ah, mi querido Kim Jongin, déjame decirte que insultar la apariencia de alguien es lo más lamentable que puedes hacer para defenderte y simplemente comprueba que eres débil e inseguro de la peor manera —Minghao relamió sus labios, entrecerrando los ojos—. Vamos, piensa, seguro que has visto alguna película con un buen insulto, uno válido, bebé 

Las miradas de todos en la mesa estaban fijas en Jongin, quien más que estar dándole tiempo de retractarse (como probablemente excusaría que era), parecía estar realmente trabajando duro para conseguir una respuesta válida al comentario del menor. 

Minghao tenía ese algo al decir cualquier cosa que lo hacía parecer demasiado seguro de sus palabras. No importaba lo que dijera porque siempre encontraba la manera de darle la vuelta a su favor. Era competitivo a pesar de que no estaban jugando en contra para recibir algún premio más que salir con su orgullo intacto.

— ¿No deberías ir a ver ya a Nayeon? Seguro que si tardas más, ella va follarse a alguien allá afuera 

Minghao suspiró, tensando la mandíbula mientras miraba a su alrededor. 

Absolutamente todos en la mesa estaban aguantando la respiración, expectantes por el tipo de reacción que el muchacho fuese a tener. Aquella no era la primera vez que ambos discutían, y tampoco iba a ser la última, así que ninguno de los presentes era capaz de interponerse entre ellos. Minghao era inteligente; lo suficientemente inteligente como para no atacar físicamente al mayor y para, más bien, atacar con palabras, y todos sabían que aquellas discusiones eran las únicas que Jongin siempre iba a perder.