04. el reloj que ya se detuvo.

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Shuhua observaba la manera en que el muchacho frente a ella buscaba en su mochila algún cuaderno plagado de dibujos de todo tipo, el césped del jardín de su casa brillando bajo la luz del sol del atardecer. Mientras esperaba con paciencia a que dejara de hablar sobre Dios sabe qué cosa para darle atención, Shuhua trataba líneas sin propósito sobre la hoja blanca bajo sus manos. 

— ¿Terminaste tu trabajo de inglés? —pronunció el castaño, tomando asiento en la silla frente a Shuhua, mientras viajaba por las páginas de su cuaderno con lentitud y delicadeza. 

Aquella era la primera razón por la que le agradaba. 

— No —Shuhua levantó la mirada, encontrándose con los ojos cuestionantes de su compañero. 

— ¿Por qué? Creí que habías dicho que preferías inglés, antes que las demás asignaturas 

— Eso no significa que me guste 

Minghao soltó una risita mientras negaba con la cabeza, moviendo el cuaderno de cubierta color azul pálido sobre la superficie de la mesa para que la menor pudiera verlo. 

Aquella era la segunda razón por la que le agradaba. 

— ¿Qué es ésto?

— La torre eiffel —murmuró, apoyando sus brazos sobre la mesa para acercarse a ella—. ¿No la conoces? Pensaba que era la clase de cosas que explicaba la señora Hwang en sus clases semanales.

— Escuché su nombre pero nunca la vi, ella no habla de cosas de extranjeros. De todas formas, los lugares abiertos... No me gustan. Se ve cómo uno al que asiste mucha gente. 

El muchacho asintió levemente mientras le sonreía con tranquilidad, esperando que ella hablara de nuevo. 

Aquella era la tercera y última razón por la que le agradaba. 

Minghao, además de demostrar preocupación genuina por ella, de no reprenderla por cualquier cosa, de ser tranquilo y darle tiempo y espacio, era agradablemente talentoso para dibujar. Ella admiraba la manera en que el blanco y negro de las páginas de su cuaderno mostraban imágenes de todos los lugares que podía imaginarse sin ser ruidosas y molestas. Se veían tranquilas, representaban la calma, le transmitían buenos sentimientos. Tal y como él. 

Al no recibir respuesta, el chino volvió a hablar:

— La torre Eiffel es una de las atracciones turísticas más conocidas. Siempre hay mucha gente ahí. Es un lugar bonito —pronunció, sonriéndole levemente. 

Shuhua asintió, en silencio, mientras observaba el dibujo durante unos segundos. Minghao relamió sus labios, y luego habló:

— ¿Te gustan... Las margaritas?

— ¿Así se llaman? —no las conocía por su nombre.

La mirada de Shuhua se dirigió de inmediato hasta el mayor, mirándolo con asombro y curiosidad a partes iguales. Minghao sonrió levemente mientras asentía con la cabeza. Shuhua solía tener preferencias por aquella clase de flores desde hacía mucho tiempo, pero nadie le había mencionado su nombre. 

En realidad, ella tampoco había preguntado, ni demostrado su asombro por ellas, ni mucho menos mencionado que le gustaban. Pero alguien podría haberse dado cuenta, como lo había hecho él. 

— Buenas tardes —la voz tranquila de la madre de Jongin anunció su llegada. 

La mujer colocó una bandeja con dos vasos de jugo de naranja y un tazón lleno de sandía, cortada en cubos, tal y como le gustaba a Shuhua. 

𖥔 Rumor ── soohua ╱ minyeon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora