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Shuhua tenía cinco años cuando sus padres se divorciaron. Habían pasado dos cuando su madre consiguió una nueva pareja. Y desde entonces, ella había vivido al lado de un completo desconocido, fingiendo que era agradable y que no se sentía incómoda cada vez que estaba a su lado.
Su madre se empeñó en ser la foto de familia perfecta, fingiendo que jamás se había divorciado, haciéndole creer a todos en su ciudad que eran infinitamente felices. Shuhua no tenía idea cuál podía ser su razón para sonreír, no había experimentado seguridad y calor de familia, y había tenido que hacerse a la idea de ver cómo su madre se embarazó dos veces más, dando a luz a tres nuevos hermanos suyos. Era ahora la hija mayor, y tan solo tenía nueve.
Cumplió diez cuando el infierno comenzó. Justamente en su fiesta de cumpleaños, cuando su madre le dió una cachetada porque se había negado a cederle su regalo de cumpleaños a uno de los infantes caprichosos que se suponía formaban parte de su familia. Y desde entonces, su seguridad comenzó a caer en picada.
Fue poco el tiempo necesario para que ella acudiera a su padre, para que se liberara del infierno al que había sido sometida durante toda su infancia.
Shuhua entonces se había mudado a Seúl con su padre, y su nueva familia; su esposa, una psicóloga popular, y el único hijo de la mujer, Kim Jongin. Shuhua estaría mintiendo si decía que se sentía cómoda ahí, entre dos personas de quienes apenas sabía el nombre y que no parecían tener mucho interés en ella la mayor parte del tiempo, pero definitivamente era mejor a lo que estaba viviendo en casa de su madre.
Había silencio. No eran todo gritos desde que amanecía hasta que la última luz se apagaba.
Tenía su propia habitación; color blanco, apenas los elementos decorativos necesarios para que no fuera un desastre, olía bien; siempre estaba limpia, y su padre le había concedido el favor de que recibiera clases en casa.
Era mejor, infinitamente mejor, aunque con no ser reprendida por apenas hacer lo mínimo, se conformaba. Incluso cuando Jongin se solía aparecer en la puerta de su habitación para preguntarle qué hacía todas las tardes, mirándola con algo de confusión al no recibir una respuesta y solamente ver a la menor señalar sus propias acciones, le gustaba cómo nadie estaba haciendo muchas preguntas innecesarias; nadie la obligaba a salir a lugares llenos de gente por capricho de sus hermanos menores.
Entonces, el hijo de la familia vecina apareció frente a su casa. Un muchacho de cabellos castaños que recorría la acera con un pequeño cachorro todas las tardes, que eventualmente logró conversar con ella.
Su padre creyó que sería una gran idea hacer que Shuhua pasara más tiempo al lado de un joven extrovertido de una familia educada, para que su hija fuese más sociable, para que hiciera algo más que estar encerrada en su habitación, recortando hojas de papel y dibujando cosas que nadie además de ella podía comprender.
Y funcionó.
Funcionó... Medianamente: Shuhua conversaba, o como mínimo respondía con más de tres palabras lo que le cuestionaban, incluso hacía preguntas a sus profesores particulares y había comenzado a hacer comentarios respecto a las comidas que le gustaban más o menos, en lugar de simplemente negarse a comer cuando algo no le gustaba demasiado. Minghao parecía haberle hecho bien.
Desde entonces, era él la única persona que conseguía entablar conversaciones por horas con ella. Minghao era también la única persona que podía presumir de saber datos sobre ella. Él incluso funcionaba mejor que los psicólogos renombrados a los que Shuhua asistía con frecuencia.
Y aunque ella parecía indiferente respecto a él cada vez que alguien preguntaba, era fácil ver que realmente le agradaba y que estaba interesada en él.
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𖥔 Rumor ── soohua ╱ minyeon.
Fanfiction¿Escuchaste el rumor? ‼️ EDITANDO. ⋆ㅤProhibida la copia y/o adaptación de cualquier tipo. ⋆ㅤTragedia romántica, juvenil, 16+ ⋆ㅤLa longitud de los capítulos suele variar. En su mayoría, son cortos. ㅤ × Trigger Warning: Angustia. original - come...