-En ese momento me di cuenta de que, al menos por un día, por ese día, era inimputable.
>>"I n i m p u t a b l e", hermano- Don Osvaldo acentuó cada una de las sílabas, embriagado de ese poder que recordó tener.
>>Si después de haber matado a una persona, los policías me dejaron salir de la cárcel solamente porque era mi cumpleaños y me tenían lástima... No una, sino dos veces. Imaginate: podía hacer lo que quisiera.
>>¿Vos qué harías si pudieras hacer lo que quieras?
-El Johnny aprendería programación.
El anciano no esperaba esta respuesta. En esa época, el año 2021, cualquiera podía aprender disciplinas como ésa, gratis.
-¿Y? ¿Eso? ¿Y por qué no lo hacés?
-Poque no me da la cabezzza.
-Ah, es verdad... Lo que yo quise decir, es, eh, si, pudieras cometer cualquier crimen sabiendo que no vas a pagar por las consecuencias: ¿qué harías?
-Y, uffff... robar un montón de plata, como quinientos pesos- fantaseó un poco con esa idea.
-Yo no.
>>A decir verdad, al principio no sabía qué hacer. Iba caminando por la calle con todo este poder en mis manos, y no se me ocurría cómo usarlo.
>>Creo que mi cerebro no estaba acostumbrado a pensar ideas así, criminales. Claro, porque nunca había hecho algo malo. Entonces llego a uno de esos embotellamientos que había por las manifestaciones y veo un camión.
>>Me acordé de mi hijo y de toda esa situación de porquería de hace un año y pensé: "Es la oportunidad perfecta para hacer algo de justicia".
>>¡Para colmo el camión estaba vacío y con las llaves puestas! Supongo que el camionero, cansado de esperar y esperar en el estancamiento, se había bajado y había ido a comer un choripán a alguno de los puestos de choripán de ahí cerca, por ejemplo.
>>Bueno, mi idea era empujar despacito los autos de adelante y estacionar el camión a un lado del camino, para crear como una pequeña vía, en caso de que alguien tenga una emergencia, para que pueda avanzar por ahí, y no pase lo que me pasó a mí...
>>Pero en cuanto me subí al asiento de conductor y encendí la máquina, algo se apoderó de mí. Aceleré y empujé esos dos o tres autos de adelante como si fueran de plástico, la verdad que el camión era muy pesado y tenía un motor que rugía y se escuchaba fortísimo. Abrí ese pequeño pasadizo, ya no quedaban autos de empujar; sólo me faltaba estacionar a un lado y apagar el vehículo, pero por alguna razón no pude hacerlo.
>>A tan sólo unos metros delante de mí, estaban los muchachos de la manifestación agitando banderas argentinas, gritando groserías, perjudicando a todo el mundo, exigiéndole al Estado que le robe a los laburantes para pagarles sus caprichos, su entretenimiento... No sé, me dio rabia y pisé el acelerador.
>>Apunté bien, bien al medio de toda esa muchedumbre y sin frenar ni desviarme un solo milímetro los pasé por encima como alguien que limpia una mancha de caca de la calle.
"Splash, splash, puij" sonaban los cuerpos, los brazos, las piernas, los torsos al ser exprimidos por el peso colosal de camión. Cada tanto un "Pác" como cuando uno abre un coco o una madera hueca, me imagino que era el sonido de los cráneos fracturados.
>>Y yo avanzaba, avanzaba, seguía de largo.
>>El camión subía y bajaba al atravesar esos médanos de panzas cerveceras, yo sentía que estaba en un parque de diversiones. Y los gritos de miedo y de dolor de los malvivientes parecían gritos de diversión, como en las montañas rusas. Algunos incluso gritaban cosas graciosas antes de morir, como "Vamos Argentina", "Aguante Boca", "Era por abajo, Palacio", "Higuaín, la re p... madre que te re mil p...", "Ahora quedé paralítico, necesito otra indemnización más". No me digas que no lo hacían a propósito para que yo me matara de la risa. Me empecé a reír, ¿qué iba a hacer? No soy de piedra. Me reía como loco y seguía acelerando y atropellando y riendo y atropellando y riendo y haciéndole un favor a la sociedad.
>>Un hincha de Central se me escapaba y tuve que doblar de golpe el camión para la derecha, y ahí fue cuando lo volqué.
>>De todos modos, ya había atropellado a casi todos.
>>Salí corriendo porque el camión transportaba combustible y tuve un mal presentimiento. Y sí. Tenía razón. El combustible se derramó y llegó al fuego de los neumáticos quemados del piquete.
>>¡¡¡¡BOOOOOM!!!!
>>Una tremenda explosión que arrasó con toda la zona, incluido el gordo de Central que hasta ese momento estaba vivo.
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Tres personas que salvaron el mundo
Short StoryTres cuentos de humor negro sobre personas que salvaron el mundo: Santi, un chico con problemas a quien su madre lleva a la granja de sus tíos para curarlo, don Osvaldo, un jubilado que perdió a su hijo en una manifestación popular y Dante, un remis...