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La voz de su madre se escuchaba débil desde el fondo del pasillo. Había otra voz además de la suya.

Desde el baño, Santi no podía distinguir las palabras.

No quería volver a la cocina con su tía. Al menos, no pronto. Y la incógnita de esta reunión lo invitó cautivadoramente.

A los pocos pasos reconoció a su tío Fidel como uno de los interlocutores. Tenía una voz dulce e indefensa, que contrastaba con su cuerpo enorme.

La que más hablaba era Segunda, como era de esperar.

-Yo no sé, yo no sé, no sé no sé...- repetía en susurros- ¿De dónde lo habrá sacado? Eso no lo pudo haber inventado, no es algo que uno se imagina de la nada. Entonces yo pensé.

>>Yo pensé...

>>Tiene que haber algo, alguien lo está corrompiendo, alguien le contó, que le, le genera todas esas ideas. ¿Quién podrá ser? Pero no me puedo imaginar a una persona que yo conozco, que sea tan mala.

-No debe ser así, tranquilizate.

-Pero entonces yo pienso en otra cosa y eso es peor...

-No debe ser así. Debe ser algo pasajero, que en estos días lo vamos a arreglar. Ya vas a ver.

-Yo pienso que si no son ideas de otras personas, entonces es él que está buscando eso. ¿De dónde lo sacó? ¿De Internet? No creo, si se la pasa todo el día pensando en cocinar y esas boludeces...

En ese instante Santi descubrió que hablaban de él. Las voces de detrás de la pared se convirtieron en susurros lejanos para sus oídos. Sonaban como tapadas por una capa de sopor. Cada tanto, distinguía palabras como "enfermedad", "peligro", "empeorar" y "médicos".

De repente su madre se tornó más preocupada de lo que ya estaba.

-Calma, calma- intentaba aplacarla el tío.

-¿Pero qué vamos a hacer? ¿Y si no se cura? ¿Y si no se...? ¿Qué vamos, qué, hacer, qué vamos a hacer?

-Calma, tranquila.

Y así sucesivamente.

Santi comenzó a sentirse mal.

Ahora prestaba atención a todo su cuerpo y sentía que antes no era consciente, pero quizás sus pulmones no funcionaban bien. O su corazón, o sus piernas. O sus brazos. O sus brazos y sus piernas. O su cabeza.

Se le ocurrió que a lo mejor lo habían traído al campo porque sus pulmones estaban llenos de contaminación de ciudad o a lo mejor tenía un problema genético y sus piernitas pronto se volverían flacas y se le quebrarían como las de su primo y las de los animales de la granja a lo mejor a lo mejor a lo mejor eso mismo también le podía pasar en los brazos...

De un lado y otro de la pared, madre e hijo se preocupaban e imaginaban lo peor y se preocupaban y se tironeaban el cabello y no sabían qué hacer y se preocupaban.

Tres personas que salvaron el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora