XV

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Es un buen alumno Santiago.

Es callado, obediente. Parece inteligente, aunque en algunas ocasiones pregunte una que otra tontería. Me preguntó por qué los pájaros estaban en una jaula. Dahhh... ¿Por qué va a ser? Si estuvieran sin jaula se irían volando. Vivirían en la naturaleza, en un estado salvaje, donde los podrían matar en cualquier momento. Y ellos también matarían todo el tiempo. Se matarían entre sí. Y matarían otros bichitos.

Matarían lombrices, por ejemplo.

Es un chico ingenuo.

No sabe lo que es el salvajismo.

Pero puede aprender. Con el tiempo va a aprender.

Además es trabajador. Hizo las cosas que le indiqué: barrió, hizo pozos para enterrar los desperdicios, pozos para enterrar a los animales muertos, cortó leña, me lavó las zapatillas después del episodio de Sultancito. Sultancito era el cachorro que se escapó y lo tuve que pisar.

Pobre alma del Señor...

Si hubiera tenido las piernas rotas, esto no pasaba. Pero qué se podía hacer. Nosotros esperamos a que los perros cumplan un año para recién entonces romperle los huesitos. Y éste tenía apenas cuatro meses... por lo cual, estaba sano. Ésa fue su desgracia.

Mala suerte. El destino es así.

"¿Por qué hay que romperle las piernas, tío" me preguntó. No presta atención. "¿Otra vez te tengo que explicar?". Y le tuve que explicar.

Con los conejos, en cambio, el trámite es a los seis meses porque crecen más rápido.

Casualmente, hoy uno de los marrones cumplió los seis meses, lo llevé al galpón y le rompí esas piernitas de algodón. Santiago me ayudó. Bahh... Mejor dicho, miró. Se quedó parado, en el rincón de las herramientas, firme como un muñeco de cera. Le dije que me alcanzara la maza y ni se movió.

¿Será autista este chico?

Ahora hay muchos chicos autistas, parece que es un problema a nivel mundial. Como sea, en esta situación se portó muy raro. No habló. Yo, mientras hacía el trabajo, le explicaba, le enseñaba. Y él no abrió la boca ni para decir "Entendí", o "Muchas gracias por enseñarme, tío Fidel. Es usted un gran profesor".

Tampoco me ayudó a transportar el animal herido de vuelta al corral. Sólo me seguía unos pasos atrás, sin hacer ruido.

Salvo este detalle, considero que fue un gran día.

Santiago es un buen alumno.

Mañana va a aprender más.

Tres personas que salvaron el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora