-Cristina, cuñada querida, bonita de mi corazón.
-See, ¿qué pasa?
Cuando Segunda hablaba así, Cristina ya sabía que estaba tramando algo, que primero preparaba el terreno con lisonjas y después pedía algo.
-Vos sabés que me encanta estar con vos, visitar a tu familia, y la vida en la naturaleza... ¡Ay, me encanta!
Mirada sospechosa de la dueña de la granja.
-Pero me acabo de acordar de algo súper súper importante. No voy a aburrirte con detalles...
>>Tenemos que volvernos mañana, mañana temprano, a primera hora por un compromiso de trabajo que no sé, NO SÉ CÓMO me pude olvidar.
-Aayyy, pero qué lástima.
Sí. Una lástima.
-Pensaba que ustedes iban a estar acá por muchísimo tiempo.
-...
-Pero no importa. No te preocupes. Nos volveremos a ver otro día. Que les vaya bien.
Y le lanzó una sonrisa hipócrita.
"Listo" pensó la invitada "No fue tan difícil" y se retiró a la habitación para preparar su bolso y demás. Unas horas antes, había fingido una llamada telefónica de su jefe y le había pedido disculpas por haber olvidado cierta tarea y le había preguntado qué podía hacer para remediar tan caótica situación, y finalmente había accedido de mala manera a ir mañana a la oficina para resolverla. Y se había asegurado de que su cuñada oyera cada una de sus palabras "por casualidad".
Pensó que esta treta le estaba dando buenos resultados, hasta que al atardecer fue a preparar el auto para el viaje.
Las ruedas estaban pinchadas.
¡Las cuatro!
Habían sido cortadas, era difícil explicar con qué. Seguramente si les comentaba esto a los dueños de la granja, ellos se iban a hacer los tontos e iban a culpar a algún animal salvaje. Claro, porque a los animales salvajes les encantaba cortar las ruedas de los autos.
Era obvio que su auto había sido saboteado por Cristina y Fidel para que ella no se marchara. Querían retenerlos a ella y a Santi por tiempo indeterminado para convertirlo a él en un asesino despiadado y una mala persona como ellos.
Qué siniestros.
Tenía que pensar en un plan. En otro. Fue muy tonto de su parte haberle avisado a Cristina de su partida. Ahora no tenía que avisarle nada. Necesitaba un plan distinto, uno para salir de ahí sin pedirle permiso a nadie. Sin despedirse. Tal vez ir al pueblo, conseguir un teléfono y llamar a la policía, a una policía especial, esos que tienen equipos especiales como en los programas de televisión... al FBI.
¿Cuál podría ser el teléfono del FBI?
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Tres personas que salvaron el mundo
Short StoryTres cuentos de humor negro sobre personas que salvaron el mundo: Santi, un chico con problemas a quien su madre lleva a la granja de sus tíos para curarlo, don Osvaldo, un jubilado que perdió a su hijo en una manifestación popular y Dante, un remis...