XVI

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-¿Viste cómo una pequeña acción puede cambiar tanto el curso de las cosas...? Ahora me pongo a pensar en esa estúpida decisión que tomé, de empezar a correr: lo insignificante que fue ese acto. No tenía sentido. El caco ya se estaba yendo. Yo estaba a salvo. Pero no. Tuve que empezar a correr. Y él me siguió. Y se tropezó. Y se dobló el tobillo. Y se cayó en la vereda y empezó a gritar "¡Ay, me doblé el tobillo, ay, me doblé el tobillo!". Y cada vez gritaba más fuerte.

>>Entonces llegó la policía.

>>Ahora sí, no importaron las manifestaciones, los cortes de calle, nada. La policía llegó en menos de cinco minutos. Se notificó, tomó control de la situación y me detuvo.

>>"¿Así que usted hizo que este pobre ladrón se doblara el tobillo?" me preguntaron con rudeza. "Él me quiso robar, yo me escapé, él se tropezó y se dobl...", "No se diga más".

>>PUM.

>>Me metieron de un empujón en el patrullero, esposado. Y me encerraron. Y por eso estoy acá.

>>Por eso están tan enojados y me tratan con tanto desprecio. En el fondo, a decir verdad, yo...

>>Hey, ¿otra vez con eso de querer escaparse? ¿Para qué? ¿Qué querés hacer cuando salgas?

-El Johnny va a roba'.

-¿Robar? ¿Por qué? ¿No sabés hacer nada más?

-Porque hay tipos que tienen mucho y yo nada. No eh justo. Tengo que robar para tener algo. Es un derecho. Un derecho para yo tener algo.

-No es un derecho. ¿Cómo va a ser un derecho?

¿Por qué todos decían esa palabra?

-¿Qué derecho, qué justicia?- continuó- Si vos querés conseguir riqueza, tenés que generarla, o bien aportar valor a la vida de otras personas, a cambio de eso que buscás. ¿En qué sentido vos aportás valor a alguien?

Don Osvaldo miró al joven ladrón y sintió una familiaridad inverosímil. Esas palabras, esas expresiones, esa forma de pensar, que tantos años había escuchado y había reprimido sus respuestas, todo le resultaba tan conocido.

Sintió por un segundo que era su hijo quien estaba junto a él en la celda.

Sintió una necesidad enorme de agarrar su mano y decirle que todo iba a estar bien, aunque estuvieran estancados en un piquete o en una celda. Sintió que ahora tenía otro hijo para proteger y evitar que muriera (en este caso, en un muy probable tiroteo). Sintió el ansia de ayudarlo a recomponer su vida, a tener una vida más feliz, más valiosa, una que lo hiciera sentir orgulloso, como la de alguien que hace del mundo un lugar un poquito mejor.

Sintió un temblor en su cuerpo, en el pecho, como si hubiera algo dentro de él a punto de hacer erupción, que subía por su pecho, su cuello y salía de su boca en forma de palabras de educación.

-¿Alguna vez escuchaste hablar de alguien llamado Milton Friedman?


FIN

Tres personas que salvaron el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora